Acerca de la fenomenologia de la experiencia mistica


Tomado de: Acertijos, formas, espacialidad y sentido, de GUSTAVO HOERTH (Gustavo.hoerth@gmail.com). 
Centro de Estudios, Parques de Estudio y Reflexión 
La Reja, 6 de agosto de 2013

...En la estructura conciencia-mundo, el sistema percepto representativo en términos de espacialidad de los continentes es formalizado en un espacio de percepción donde se emplazan los objetos de la percepción, y un espacio de representación donde se emplazan los objetos representados, y éstos a su vez quedan divididos en interno o externo en base a los registros táctiles externos o internos principalmente respecto de la cara y de la cabeza, que terminan por referenciar la posición del punto de observación. Pero respecto del punto de observación todo es externo a la mirada que experimenta cierta distancia respecto de lo observado.
Los límites táctiles a su vez definen el perímetro dentro del cual la representación de lo interno se registra incluida en la representación de lo externo.
También vimos que en la representación de lo interno prevalece una morfología cenestésica, mientras que en lo externo prevalece una morfología visual.
Y en el espacio de representación externo, distinguimos una franja cercana al propio cuerpo, que se especializa en la representación de un espacio tridimensional objetivado yuxtapuesto al espacio de percepción externo y en la construcción de estructuras de comprensión que son formas emergentes integradoras ligadas a la imaginación dirigida que dan sentido a la realidad.
Continuando con el Acertijo…vamos a avanzar sobre lo cenestésico, hacia lo interno. Veamos que pasa si nuestro estimado Ananda, en vez de ver el cubo en el espacio de percepción, ahora lo imagina delante de sí en el espacio de representación.
Lo imagina “afuera” porque lo emplaza en los límites cenestésico-táctiles, como comentamos.
Entonces le pedimos a Ananda que vaya acercando el cubo hasta verlo en el interior de su cabeza, con la condición de que sólo “vea” la representación del cubo y nada más, sin ninguna otra representación asociada.
Es decir que con los ojos cerrados, Ananda imagina el cubo en el interior de su cabeza, en un espacio oscuro, y nada más. Esto se puede hacer si hay diferencias de color o matiz para poder diferenciar el cubo del fondo.
Ahora, le pedimos a Ananda que gradualmente vaya empequeñeciendo el cubo hasta que haya desaparecido de la representación.
Entonces Ananda queda en un espacio de representación interno sin imágenes visuales, yuxtapuesto al espacio de percepción interno.
El punto de observación se internaliza y se observa la propia cenestesia sin acompañamiento de imágenes visuales, todo lo que se mira es sensación interna. Estamos hablando de un caso particular que se da cuando el punto de observación se internaliza profundamente y las sensaciones cenestésicas se amplifican y se ubican en una espacialidad que tiene registros difusos, de difícil localización.
Si se consigue desde allí bloquear de algún modo, a partir de técnicas distintas bastante estudiadas desde antiguo, bloquear o detener la aparición de imágenes de representación visual, entonces nos encontramos en un espacio de percepción interno sin imágenes que coincide con un espacio de representación cenestésico, centrado en los registros del tacto interno y las imágenes cenestésicas correspondientes. Hay una acción de forma muy particular en éste caso.
Las sensaciones cenestésicas y táctiles que ocupan “todo” el espacio percepto representativo interno tienden a espacializarse en una forma esférica y el nivel de conciencia desde luego baja, en correspondencia con el incremento de los impulsos internos, que desde luego se van traduciendo, lo que hace muy difícil evitar la divagación.
El espacio de representación cenestésica sin imágenes visuales se da cuando se trata de internalizar el punto de observación hacia lo más profundo en la franja más interna de espacio de representación, mientras se suspenden las imágenes visuales, y queda “flotando” la mirada en un espacio de representación cenestésico sin imágenes, yuxtapuesto al espacio de percepción interno.
Es la espacialidad propicia para la entrada a lo profundo.
El espacio se registra como experiencia directa de las “sensaciones espacializadas” del tacto interno, la propia corporalidad está representada en el espacio y todo el espacio esta representado en los registros de la propia corporalidad, no es por tanto infinito, pero en cuanto a registro cenestésico de representación del espacio, lo es todo.
El espacio en sí en este caso, es algo que se experimenta corporalmente, no en términos de imágenes visuales sino en término de sensaciones corporales. Y las formas son cenestésicas, son formas espaciales hechas de tacto por así decir.
Nuevamente hablamos de la representación del espacio y no del espacio de representación, sólo que en este caso se trata de un espacio estructurado sensitivamente.
Este espacio sin imágenes se menciona en muchísimos textos religiosos o en estudios de psicología, y también en algunos pasos de las Disciplinas Energética y Morfológica. Es un espacio de meditación fuertemente ensimismada y como sabemos es muy importante en el tránsito a los espacios profundos.
Hay diferentes técnicas como ya sabemos para suspender todos los registros y entrar a los espacios profundos, pero antes nos encontramos con esta representación cenestésico-táctil del espacio, el conjunto de la cenestesia y el tacto interno espacializado, como antesala de entrada a lo profundo.
En cuanto a nuestro tema es un caso de especialización de la franja mas interna del espacio de representación interno donde la representación del espacio es cenestésica, es por así decir “sentida” y no visualizada.
Lo que muchísimas técnicas desde antiguo proponen es conseguir que este mar de sensaciones espacializadas donde la conciencia flota, se experimente como unidad interior. Esto significa que las distintas formas de las “sensaciones espacializadas” del propio cuerpo deberían integrarse dentro de una sola forma, al irse ajustando el umbral de tolerancia de los registros de cada una de las distintas formas, que al ir desapareciendo del campo atencional dejarán un registro uniforme de cenestesia espacializada.
Estamos hablando de un trabajo de interiorización donde la mirada se apoya en un punto de observación también internalizado y observa el mundo de la propia cenestesia pero desconectando el mecanismo de traducción a imágenes visuales, entonces observa la propia cenestesia en término de formas cenestésicas espacializadas que pueden integrarse en una forma global, unitiva, un registro global de unidad interna.
Es decir que la unidad se experimenta al integrarse toda la espacialidad cenestésica en una única forma que es abarcada por un solo acto atencional.
Se entiende, no es que ahora miro la sensación de la mano y ahora la de la cabeza y así siguiendo. Ahora miro lo único que hay para mirar que es el registro global de todo el cuerpo al mismo tiempo.
No hace falta desplazar la atención mediante diferentes actos. Y cuando la atención se desconecta, se entra en lo profundo.
La unidad interior es la puerta de entrada a lo profundo donde la búsqueda del sentido encuentra su experiencia capital.
Si se consigue entrar a lo profundo, los registros de iluminación del espacio y las descargas energéticas a los centros, que describen algunos experimentadores de estos fenómenos tienen gran importancia porque producen un cambio súbito y profundo en el sentido de la vida.
Entonces, detrás de estas experiencias mencionadas, nuevamente observamos búsqueda de unidad, abarcamiento de la totalidad y experimentación de sentido.

Fijamos también el interés sobre la representación cenestésica del espacio sin imágenes visuales como requisito formal de entrada a lo profundo y a las experiencias de Sentido interno.

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