El duelo, de Dario Ergas


Tomado de: Smplemente compartiendo temas, de Susana Rubio Nomblot

La presencia
A estas alturas de mi vida ya puedo sacar una constante respecto a las presencias que se experimentan frente a la cercanía de la muerte. La presencia de la persona amada en los días, semanas y hasta meses, posteriores al día de la muerte es una experiencia difícil de relatar.
No estoy sólo, ella está por ahí, mas bien por aquí y me acompaña donde vaya. Poco a poco esa presencia se va diluyendo, pero sin darme cuenta, en cualquier momento, un olor, un gesto, un algo, hace que se entrecrucen los tiempos y estoy en presencia de la presencia. Algo así como un fantasma. Digo a esta altura de mi vida, porque lo he podido experimentar en distintos funerales. No sólo en el de mi pareja. Allí estaba la presencia de mi abuela, de la Nona, de la Ena, de la mamá del Oscar, de la Peli, del Salva, a veces puedo sentir la presencia del Mauricio cuando estoy cerca de Gloria, su mamá, del Iván, la María del Carmen en Ecuador... Las presencias, pueden ser ilusiones sicológicas, pero ilusión o no, en los momentos posteriores a la ocurrencia de la muerte, allí está esa presencia. Prefiero hablar de presencias y no de fantasmas. Un fantasma me da la idea que de algún modo el muerto interactúa en el mundo físico. Mis presencias para nada, sólo están presentes, el ambiente está lleno con ella, no están en un lugar físico, sino que me acompañan en todos los espacios en que me muevo. Son tan fuertes, que siento la cercanía de esa persona fallecida, con más intensidad que a los vivos, cuya presencia física está allí y me tropiezo con ellos y me conversan y me interrumpen.

El aparecimiento de los antiguos temores
Esa presencia no me molesta al contrario, quisiera que no se fuera jamás. Pero el tiempo pasa y algo me dice que debo dejarla partir. Algo me dice que no está bien que la retenga. Si me resisto y la retengo, algo empieza a afectarse en mis relaciones cotidianas, en mis afectos del día a día empiezan a perder interés o intensidad. Algo deja de funcionar, entonces me armo de ánimo para despedirme de mi persona amada.

Experimento entonces una fuerte contradicción, porque no quisiera que se vaya, pero pertenece a otro mundo; no puedo vivir en este mundo con eso tan presente, y mi ser querido tampoco podrá continuar su proceso conmigo reteniéndolo en el aquí, en el ahora.

“No quiero que te vayas, no quiero que te vayas. Tengo miedo. Quién me ayudará a decidir la ropa que debo ponerme, existirá alguna mujer con la que me atreva a hacer el amor, tan sólo proponérselo me da pánico. Podré cuidar a mi hijo, seguro que sí, pero podré hacer alguna otra cosa aparte de cuidar a mi hijo”.

Cuántos conflictos aparecen cuando se va la persona amada. Todos los conflictos que con mi madurez había superado, allí están de nuevo como si volviera a la adolescencia. Entonces me doy cuenta que no estaban superados, estaban ocultos o compensados gracias a esa persona que partió de este mundo. Esa dificultad para tomar decisiones en cuestiones cotidianas, las tomábamos juntos, pero al no estar ella, la indecisión vuelve como si tuviera 18 años. Entonces sufro, pero sobre todo sufro por los temores que resolvía, sin yo darme cuenta, la persona amada.

El resentimiento
Entonces me enojo, me enfurezco y me resiento. Cómo te vas y me dejas sólo. En el resentimiento descubro que mi enojo no se debe a tu partida, mi enojo se debe a mis problemas, que no se como enfrentar, a eso que no se resolvió internamente, sino que el otro lo resolvía y por ello yo creía que esa problemática había desaparecido.
Allí está develado mi resentimiento, que no es con su partida, sino con mis propios problemas, que ahora decido enfrentar. No importa si los resolveré algún día, pero lo intentaré y los pondré ante mis ojos para lograrlo. Entonces agradezco, por la ayuda que me dio la persona amada, y también por la ayuda que me sigue dando ya que al no estar ella, yo tendré que crecer.

Los pactos con el mas allá
Pero hay pactos que continúan. Pactos que la muerte no detiene y continúan. Pactos tomados en vida y que ahora tenemos con el mas allá. ¿Estaré educando bien a mi hijo, a nuestro hijo? ¿Te sentirás orgullosa de lo que hemos hecho? ¿He cuidado bien a los tuyos?
¿Te seré desleal si encuentro una nueva pareja?

La repetición
He aquí el duelo:
La presencia… y la vida continúa.
Mis problemas de juventud que vuelven a aparecer… y la vida continúa.
Mi enojo por tu partida… y la vida continúa.
Los pactos que trascienden la muerte… y la vida continúa.
La vida continúa y pasa y a veces el sinsentido me envuelve.
La vida continúa y pasa y a veces todo esto se repite como si un alimento mal comido regurgitara.

En esta repetición me detengo un momento a reflexionar. Qué es realmente la muerte, que sentido tiene la vida, si todo termina con la muerte. ¿Termina todo con la muerte?

Lo trascendente
De repetición en repetición un día nos reunimos un grupo de amigos a intercambiar nuestras experiencias con nuestros duelos. Fue en Sao Paulo, en un restauran japonés. Uno por uno mis amigos relataron sus encuentros con sus seres queridos fallecidos. Escucharon bien, “encuentros con sus seres queridos fallecidos”. Encuentros que habían sucedido en sueños, otros como mensajes o como comprensiones indubitables y otros encuentros bastantes perceptuales por los relatos que hacían. Yo los escuchaba y me desestabilizaba.

Entonces me acordé en una de esas repeticiones del duelo en que me encontré en un profundo sinsentido. Estaba muy mal, no sabía como salir del hoyo en que me encontraba.
Despierto en medio de la noche, me siento en la cama y escucho la voz del ser querido que dice “conecta con el sufrimiento humano”. Me pareció escuchar su voz, como viniendo de afuera. No me pareció una voz interna, si no mas bien externa. Pero por supuesto que era un sueño, sólo que mas intenso que lo habitual. Al otro día la frase resonó en mi y fui siguiendo esa pauta que me reconectó con mis emociones, con la gente y con el mundo hasta sacarme del sinsentido.

Lo había olvidado, lo dejé guardado en el archivo de lo habitual y ahora, a la luz del cotejo de otras experiencias lo rescaté del olvido.
Volví de Sao Paulo decidido a tener un encuentro intencional con mi ser querido muerto hace años. Comprendí que era necesario ese encuentro para mi duelo, para ponerle fin, o al menos para pasar a otra etapa.
Me fui a un lugar tranquilo, afuera llovía a cántaros, adentro, una silla, un cuaderno, un lápiz y la soledad. Pienso en que preguntas me gustaría hacerle a esta persona querida, si me encontrara verdaderamente con ella. Cierro los ojos, estoy muy tranquilo, y dejo que mi imaginación me lleve a ese lugar en donde la puedo encontrar. Allí un mirador que abarca el valle y la montaña. Me acerco, saludo, se que es mi imaginación pero me conmuevo. Las lágrimas de mis ojos, nublan mi razón y ya no estoy tan seguro si es mi imaginación.
Pregunto en voz alta mi primera pregunta y ella responde. Mi segunda pregunta y ella responde, sigo haciendo preguntas en voz alta y escuchando respuestas en silencio. A veces escucho mi llanto, a veces de dolor, a veces de emoción. Ya agotado con el alma liberada, me despido.

Tomo mi cuaderno y anoto toda la experiencia.

Fue o no fue mi imaginación o capté algo trascendente que respondía mis respuestas. En todo caso, esta experiencia me hizo perder un poco la fe en la muerte y fue el inicio de una búsqueda de lo trascendente.

Dario Ergas
www.darioergas.org

Entrevista a Dario Ergas: "La acción transforma la conciencia"

El laberinto de la mente.

- ¿Tiene este libro, el tercero que escribes, alguna relación con los dos anteriores? ¿Hay acaso un hilo conductor que vas desarrollando para salir del laberinto de la mente?

– Esta pregunta ha sido un hilo conductor de mi vida. Podría seguir escribiendo un cuarto y quinto libro, sin poder completarla. Es como si lo respondiera para ciertas etapas, para ciertas situaciones y para ciertos ángulos. Busco transmitir lo que he aprendido con la pregunta, no necesariamente la respuesta. Solo hacerse la pregunta desestabiliza, y enfrentarla requiere cierta valentía, que nos enseña cosas, y esas cosas trato de comunicar. Imagino a mi lector, que es mi interlocutor, rescatar de allí algo que le permita avanzar más lejos que lo que yo he llegado. Tiene ese sentido de comunicación, de diálogo y de que ojalá le sirva a alguien para salir de algún empantanamiento y llegar más lejos aún.

- ¿En qué tipo de categoría pondrías tus libros?
– De diálogo espiritual, conmigo mismo y con una co-presencia que es el lector. Al profundizar en mí, trato que el lector pueda tocar ciertas zonas de sí mismo. Es un diálogo extraño pero es un diálogo, al fin.
Mis libros estarían clasificados en espiritualidad, incluso psicología y espiritualidad, porque tienen tesis filosóficas y psicológicas que están sustentando la experiencia espiritual de la que hablo. Me apoyo mucho en la psicología de Silo, y esa psicología tiene un sustento muy concreto; en lo que se refiere a psicología de los impulsos, de la imagen, del espacio de representación y las estructuras de consciencia dadas por los desplazamientos del yo; precisamente es la estructura de la consciencia inspirada lo que permite la comprensión de las realidades más profundas y vitales. En el libro se incursiona con mayor profundidad en el tema de la acción; en definitiva qué hacer con la vida y cómo se justifica.
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La psiquiatría en Francia: negación de la locura y domesticación del sujeto - extracto

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Por Patrick Coupechoux - Publicado en Agosto 2010
...Para retomar nuestra idea del comienzo, el discurso del Presidente de la república consagrado a la enfermedad mental constituye una aceleración violenta, pero lógica, de una política de desmantelamiento progresivo de la psiquiatría de sector, que ha conducido al abandono de cada vez más pacientes, en la cárcel, en la calle, en los hospitales, donde el tratamiento se resume a menudo a la medicación, en el seno de la propia familia que ya no sabe que hacer. Pero más profundamente, se asistió a una verdadera negación de la locura, que no existe más en el discurso público -mediático, político, intelectual-. En el fondo, esa negación se nutre de la dominacióndesmesurada de la psiquiatría biológica que considera la locura como una enfermedad del cerebro o como un problema de origen genético. Esta concepción cientificista conviene a los laboratorios farmacéuticos -ya que los medicamentos constituyen, por lejos, lo esencial del “tratamiento”- y a los mercaderes de las terapias “rápidas y eficaces”. Pero por sobre todo, se trata de “objetivar” al paciente que no es más un sujeto, sino un cerebro a escanear, o un mapa genético que hay que descifrar. Esto permite volver a poner la solución en brazos de la “ciencia” y desentenderse del tratamiento concreto: ¿por qué gastar dinero en gente cuyos problemas, un día u otro será resueltos por la investigación? Quedarán pendientes, que la acción social se ocupe.
Actualmente en Francia, la locura no es una posibilidad, una manera de ser de lo humano, sino una discapacidad, un déficit, que se puede medir en relación a una normalidad social, la del mercado. De hecho, se va a constituir una escala en la que se podrá evaluar la capacidad del discapacitado a reinsertarse -es decir ser útil al sistema-. Para ser más claros, basta con referirse a la definición de discapacidad para la OMS, que distingue tres modalidades: la deficiencia designa las alteraciones referidas al organismo, la incapacidad corresponde a la reducción de ciertas grandes funciones del cuerpo y la desventaja registra el impacto global de las incapacidades sobre la vida social de los individuos. Una definición que toma como referencia única la necesidad de reinserción y que, sobre todo, clasifica a las personas en función de este objetivo. Así, a lo alto de la escala podemos encontrar aquellos que tienen el coraje y la posibilidad individual de salir, más abajo aquellos que no pueden hacerlo y quedan librados al abandono y la exclusión. En cuanto a la psiquiatría -muy ligada históricamente a la locura- debe ceder el lugar a un nuevo “paradigma”: la “salud mental”. Este concepto ha sido recuperado por el sistema -el del capitalismo neoliberal, hay que decirlo claramente- para hacer frente a una problemática nueva, tal es la del sufrimiento psíquico de masa. Para convencernos de esto, es suficiente pensar un poquito en lo que pasa hoy en las empresas en las que las exigencias de rentabilidad, de competencia, de sometimiento a las leyes de las finanzas dejan a hombres y mujeres aislados y obligados a competir. Estas personas terminan en los consultorios de los terapeutas en el mejor de los casos, o a veces se suicidan.Según la Comisión Internacional del Trabajo, los problemas ligados al malestar en el trabajo, representan, actualmente, el 3% del PBI de los países industrializados. Frente a este fenómeno preocupante -cuesta caro y a la larga se aprovecha la maquinaria- el sistema tiene una actitud ambigua. Debe por supuesto hacer frente, a fin que el comportamiento social no sea puesto en cuestión, pero al mismo tiempo esa situación le sirve al sistema: una persona medicada con antidepresivos ahogada en sus problemas, no se interroga espontáneamente sobre las causas de su malestar. Por el contrario, tiene tendencia a personalizarlos, a interiorizarlos. Los profesionales que reciben a los pacientes en consultas de sufrimiento del trabajo están todos de acuerdo sobre este punto: en principio se trata de desculpabilizarlos. Hacer frente y evitar la toma de conciencia, es el dilema en el cual el sistema se encuentra y su respuesta, por una parte espontánea, por otro lado muy pensada, consiste en la medicalización e individualización de los problemas sociales.
Por otro lado, si se sufre en el trabajo, es porque se está comprometido -eso está bien- entonces pondremos en escena psicólogos y médicos para ayudarlo, enseñaremos la diferencia entre el mal y buen estrés -ese que hay que “saber manejar” para servicio de la empresa-. Si usted es un desocupado de larga data, es probablemente porque forma parte de los “más frágiles” -poco importa si su empresa ha sido relocalizada y si no hay trabajo en su región-. Usted debería, tal vez, consultar. De ahí a decir que la pobreza es una enfermedad, en la tradición higienista, no hay más que un paso. De ahí a pensar que los genes son responsables de todo -y la visión cientificista dominante ayuda- no hay igualmente más que un paso que dio ligeramente el Presidente Nicolás Sarkozy. Durante un diálogo con un filósofo, publicado por una revista, declaró: “Me inclinaré a pensar, por mi parte, que se nace pedófilo, y es realmente un problema que no sepamos curar esa patología”.
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Aportes de Silo al campo de la psicologia, por Dario Ergas

Aparte de la conferencia que dictara en diciembre de 2010 Darío Ergas en la Facultad de Ciencias de la Conducta de la Universidad Autónoma del Estado de México con ocasión del 19avo aniversario del CESPI.

"...Esta suerte de mirada que llamamos yo y que se nos presenta ilusoriamente como el centro de toda la conciencia, se desplaza en el espacio de representación, según el nivel de conciencia, como acabamos de ver en el ejemplo del sueño, pero también se desplaza en distintos estados de conciencia. En el ensimismamiento por ejemplo, el yo se interioriza y el mundo nos parece muy lejano, en cambio en los casos de de cólera y de emoción violenta el yo se exterioriza perdiendo distancia entre el yo y el mundo. Comprobamos así que el yo siendo clave para la coordinación de las funciones del siquismo en relación al mundo, se desplaza por el espacio de representación, dando lugar a distintas estructuras de conciencia.
La muerte, la representación de la finitud, siempre es la representación de la finitud del yo, y tenemos el problema que el yo, una mirada de la conciencia que adquiere identidad e ilusoriamente se confunde con la totalidad de la conciencia, al imaginar la muerte, no la imagina solamente como la muerte del yo, sino que la imagina como la muerte de la totalidad de la conciencia.
En diferentes casos de trance y de hipnosis se experimenta la sustitución del yo por una entidad que toma a la conciencia. Otra representación, la de un espíritu, o la de la voluntad del hipnotizador, sustituye al yo habitual. Pero también es posible en ocasiones especiales y por instantes muy breves, que ese desplazamiento del yo, lleva a una suspensión total de su actividad, y entramos en un estadio de silencio del cual nada sabemos ni podemos saber, pero trae como consecuencia la inspiración de la conciencia, la comprensión súbita, el amor o un significado que necesito llevar al mundo..."

Indicadores del nacimiento y desarrollo del espiritu

  "El hombre puede lograr la inmortalidad 
si elimina sus contradic­ciones formando el espíritu. 
Pero si no logra esto, tampoco hay mayor problema
 por cuanto muere definitivamente y no está sometido
 a premios ni castigos de ultratumba.
Para un hombre que no cree en el espíritu y vive en la contradicción, 
 su pre­mio o castigo está en la vida física"
.

Extracto de la monografia: El Doble y el Espiritu":

..."Yo creo que si recuerdo el momento en que estaba buscando algún tipo de respuesta que a mí me encajara, estuve varios años buscando, leyendo libros, buscando en distintos grupos y cuando leí por primera vez los libros de Silo sentí una conmoción. No estaba haciendo ninguna experiencia, simplemente estaba leyendo, pero había lanzado un acto de búsqueda y al leerlo me encajó tan intensamente que produjo un cambio en mi vida. Reconocí que eso era lo que estaba buscando. Ese fue un indicador. Es como cuando en las religiones hablan de la conversión. Claro, unos se convierten en una cosa, otros en otra, pero desde el punto de vista de la experiencia la conversión es el reconocimiento de un camino, es el nacimiento de algo diferente a lo cotidiano. Ese es un indicador. A medida que pasó el tiempo, seguí trabajando y había momentos en que esos registros se fueron incrementando hasta por ejemplo llegar al desarrollo de la Disciplina en la que en los pasos finales sientes la cercanía del contacto con algo que te trasciende. Eso corresponde y lo puedo reconocer como algo que está en marcha que me hizo reconocer en esto mi vía, este camino, son indicadores. No tiene que ver con lo epocal cotidiano, es como si fuéramos a lo esencial. Cuando he reconocido a veces leyendo algún texto del Tao Te King reconozco esa profundidad y en esa profundidad reconozco algo que es trascendental, que no es cotidiano, no forma parte del paisaje habitual, no es epocal tampoco, que conecta con algo profundo y lo profundo es toda una acumulación.

Entonces el nacimiento, cualquiera de esos momentos puede tomarlo como indicador si es lo suficientemente significativo, significativo en el sentido de que da dirección a tu vida, no solamente actual, sino futura, ese nacimiento está conectado con un más allá. No hay tal muerte, hay un cambio de la estructura psicofísica y eso que está en marcha sigue procesando en otro espacio tiempo, un espacio tiempo que puedes experimentar en esta vida, no necesitas morirte, puedes experimentarlo, no directamente, no puedes voluntariamente hacerlo, sino que tienes que hacerlo de un modo tratando de saltar las dificultades que pone el sistema psíquico como está organizado mecánicamente funcionando, entonces al tratar de silenciar el yo, de silenciar los mecanismos habituales, y dejar que esa profundidad se exprese en silencio, podría ser que entres en ese tipo de vivencias, vivencias que no puedes captarlas con los órganos sensoriales, pero sí puedes captarlas. Es como con los electrones. No puedes ver los electrones, ni con un microscopio, ni con nada. Entonces dices, ¿de qué estamos hablando?, no puedes ver los electrones, los átomos, pero ves ciertas señales, ciertas trazas que dejan, como no ves ciertos planetas, pero ves rastros, señales, que indican que hay  algo y dices “aquí hay algo”. Igual no puedes ver el espíritu, pero puedes observar las trazas que deja, las señales que aparecen como traducciones de esos mundos en los sueños, en semisueño, en vigilia que aparecen como intuiciones, ocurrencias, como inspiraciones que salen como de la nada, no sabes de dónde vienen, pero vienen de ese espacio que no tiene representación, pero que está conectado y que al traducirse ves las señales y es como si recibieras mensajes. Como los criptógrafos tienes que descifrar esos mensajes e interpretarlos y poder diferenciarlos de las señales que tienes en la vida cotidiana y vas organizando una especie de leyenda de esos mensajes, de esas señales que vienen en determinados momentos de tu vida.

Y en otros momentos en que intencionas más, tienes más señales y entonces empiezas a comunicarte con ese espacio de un modo indirecto, porque no puedes hacerlo directamente con tu yo, no puedes hacerlo con tu sistema psíquico voluntario, entras como por rodeo, dejando que eso se exprese. Es una paradoja. No puedo acceder a ello, tengo que quedarme en silencio para que eso otro pueda manifestarse porque si no, no puede manifestarse, Al manifestarse, yo dejo que se manifieste y espero a los “traductores” por así decirlo, que me traduzcan eso y empiezan a llegar informaciones, tomo nota de esas traducciones, las anoto y las reconoces porque tienen significado, no son simplemente traducciones, sino que vienen con su código, con su significado y ese significado tiene encaje para ti, si no, no vale"
...

Papel del fuego en la transformaciôn del mono en hombre

¿Cuándo aparece el ser humano? Se pierde en los millones de años. Pero sin embargo hay momentos en el proceso que indican claramente la aparición de señales de lo humano a diferencia de los animales. Anteriormente también las había, pero está más confundido con el mundo natural, el mundo animal. Pero cuando aparece el fuego por ejemplo, hay un cambio muy grande en el sentido que cuando el ser humano se decide a usar el fuego está yendo en contra de sus principios de conservación, porque ningún animal trata de acercarse al fuego, todos huyen. Cuando el ser humano, por los motivos que sean, ha sido capaz de acercarse al fuego está haciendo algo que no hacían todos sus antepasados, está yendo en contra, porque hay un peligro y no le importa, no está siguiendo las reglas de la naturaleza, sino está siguiendo otra cosa. Eso ya es una manifestación de otro principio, que estaba antes, pero aquí se evidencia. Digamos, hay una trasmutación y ya hay una señal claramente de que el ser humano se manifiesta como tal, como una intención que no es natural, que es trascendental.

tomado de: 
Entrevista a Eduardo Gozalo, Maestro Disciplina Material,  septiembre 2011 Parques de Estudio y Reflexión Punta de Vacas. Extraído de la Monografía “El Doble y el Espíritu” deMadeleine John, 2014

Qué entendemos por "experiencia mistica" o experiencia espiritual?

....Seguramente casi todos los presentes entienden la mística como dentro de las religiones o como parte de las religiones. Es una forma de entenderlo en cierto modo cristiana-occidental. Pero me parece que esto no es así Más aún, podemos afirmar aunque suene un poco fuerte que la mística es independiente de la religión. No solo eso, sino que es previa y posterior a las religiones. Ustedes saben que el budismo no es una religión ya que no tiene dioses, no tiene templos, no tiene ritos o ceremoniales (exceptuando algunas ramas) y no tiene una jerarquía sacerdotal. Así es realmente el budismo en su origen y su capacidad de producir experiencias trascendentes no tiene nada que envidiar a otras formas de otras culturas. Este es un ejemplo. Otro muy importante es el chamanismo que ahora reverdece en todo el planeta. También tienen sus procedimientos y sus experiencias con lo sagrado.
Desde luego lo místico ha estado bajo el paraguas de las grandes religiones, pero también ha estado fuera de ellas. Lo espiritual o lo místico está en la esencia del ser humano y cuando volvemos sobre nosotros mismos, cuando conectamos con nuestra profundidad estamos abriendo la puerta a las grandes inspiraciones de la vida, a las grandes experiencias, a las verdades que reconocemos nos hacen libres y felices. 
Entonces ¿que es la mística? ¿De qué estamos hablando? Para empezar a perfilar el tema vamos a leer como lo define Miguel de Molinos, uno de los grandes místicos aunque maltratado por la historia. Así empieza su libro Guía Espiritual:
La ciencia mística no es de ingenio, sino de experiencia; no es inventada, sino probada; no leída, sino recibida, y así es segurísima y eficaz, de grande ayuda y colmado fruto.
No entra la ciencia mística en el alma por los oídos, ni por la continua lección de los libros, sino por la liberal infusión del divino espíritu, cuya gracia se comunica con regaladísima intimidad a los sencillos y pequeños. (…)
No es esa ciencia de teórica, sino de práctica, en donde sobrepuja con grandísima ventaja la experiencia a la más avisada y despierta especulativa. [1]  
Entonces la mística es experiencia y no análisis, ni teología, ni razonamiento, ni especulación. Es esa particular experiencia que de alguna manera supera los mecanismos de la conciencia habitual para toparse con otras realidades. Y estas otras realidades han sido relatadas con cierta dificultad por infinidad de espirituales de todas las culturas y de todos los tiempos. Los nombres para llamar a esto son muchos: nirvana en el budismo, samadhi en el zen, iluminación, fana en el sufismo, fusión con Dios en la mística europea, la vacuidad, la inefable, la experiencia de lo eterno, el Gran Silencio, la Revelación, el despertar del dios interior, y un largo etcétera.
Ahora que se esta resquebrajando el manto de racionalismo que ha cubierto nuestra cultura, ahora que se caen los valores y las creencias, ahora empieza de nuevo a ser creíble que la experiencia espiritual sagrada y profunda puede estar accesible a cualquier ser humano que la busque con verdad y sin contradicción. Esto, según van pasando los años lo creo con mas fuerza, viendo como lo espiritual se está despertando de diversas y a veces difusas o confusas formas.
Así que este libro tiene la intención de acercar al lector las experiencias de otros, ponerlas en primer plano para que crezca la creencia de que se pueden tener experiencias trascendentes. Y que realmente son estas experiencias las que dan sentido a la vida y a todo lo existente.





[1]  Miguel de Molinos, Guía Espiritual, edición crítica, introducción y notas de J. I. Tellechea Idígoras, Ed. Universidad Pontificia de Salamanca y Fundación Universitaria Española, Madrid, 1975, págs. 103 y 104.

Juan Espinosa: Eihei Dôgen, La entrada de la vía mental en Japón

Objeto de Estudio: El maestro japonés Dôgen, en concreto sus procedimientos y sus experiencias en el trabajo para trascender los determinismos de la conciencia. 
Interés: Al  igual que  en  los  anteriores trabajos,  el  interés  es buscar personas que emprendieron grandes búsquedas de experiencias internas, que aprovecharon lo que había en su entorno, que llegaron a esas experiencias e irradiaron con fuerza influyendo significativamente.  
Punto de vista: desde nuestro nivel de  experiencia  y trabajo  interno dado por  la disciplina mental y los trabajos de ascesis. 
Encuadre del estudio: En este estudio he abierto el encuadre geográfico y temporal más  que  en  los  anteriores.  Esto  me  ha  parecido  conveniente  porque  estamos incursionando en una cultura muy lejana de la occidental cristiana. Ya de por sí, cualquier investigación fuera del área cultural de la que uno procede tiene que ser echa, me parece, con especial cuidado ya que los códigos y contextos culturales no se conocen y fácilmente se escapan a la percepción de un foráneo. Esta es la razón de  la  apertura  del  encuadre  incluyéndose  en  el  estudio  algunos  ejemplos  de maestros chinos del budismo Chan* (en Japón se llama Zen*) previos a Dôgen y también una pequeña síntesis de las repercusiones en Japón del fuerte impulso que este y otros maestros dieron a las escuelas de budistas en este país en el siglo XIII. Creo que esta apertura del encuadre puede facilitar la comprensión del fenómeno.

Ver videos
http://www.youtube.com/watch?v=nNUh0TOWEWU
http://www.youtube.com/watch?v=E1uFrpGx3cc
Ver texto completo:
http://www.parclabelleidee.fr/docs/monographies/dogen.pdf

Acerca de la fenomenologia de la experiencia mistica


Tomado de: Acertijos, formas, espacialidad y sentido, de GUSTAVO HOERTH (Gustavo.hoerth@gmail.com). 
Centro de Estudios, Parques de Estudio y Reflexión 
La Reja, 6 de agosto de 2013

...En la estructura conciencia-mundo, el sistema percepto representativo en términos de espacialidad de los continentes es formalizado en un espacio de percepción donde se emplazan los objetos de la percepción, y un espacio de representación donde se emplazan los objetos representados, y éstos a su vez quedan divididos en interno o externo en base a los registros táctiles externos o internos principalmente respecto de la cara y de la cabeza, que terminan por referenciar la posición del punto de observación. Pero respecto del punto de observación todo es externo a la mirada que experimenta cierta distancia respecto de lo observado.
Los límites táctiles a su vez definen el perímetro dentro del cual la representación de lo interno se registra incluida en la representación de lo externo.
También vimos que en la representación de lo interno prevalece una morfología cenestésica, mientras que en lo externo prevalece una morfología visual.
Y en el espacio de representación externo, distinguimos una franja cercana al propio cuerpo, que se especializa en la representación de un espacio tridimensional objetivado yuxtapuesto al espacio de percepción externo y en la construcción de estructuras de comprensión que son formas emergentes integradoras ligadas a la imaginación dirigida que dan sentido a la realidad.
Continuando con el Acertijo…vamos a avanzar sobre lo cenestésico, hacia lo interno. Veamos que pasa si nuestro estimado Ananda, en vez de ver el cubo en el espacio de percepción, ahora lo imagina delante de sí en el espacio de representación.
Lo imagina “afuera” porque lo emplaza en los límites cenestésico-táctiles, como comentamos.
Entonces le pedimos a Ananda que vaya acercando el cubo hasta verlo en el interior de su cabeza, con la condición de que sólo “vea” la representación del cubo y nada más, sin ninguna otra representación asociada.
Es decir que con los ojos cerrados, Ananda imagina el cubo en el interior de su cabeza, en un espacio oscuro, y nada más. Esto se puede hacer si hay diferencias de color o matiz para poder diferenciar el cubo del fondo.
Ahora, le pedimos a Ananda que gradualmente vaya empequeñeciendo el cubo hasta que haya desaparecido de la representación.
Entonces Ananda queda en un espacio de representación interno sin imágenes visuales, yuxtapuesto al espacio de percepción interno.
El punto de observación se internaliza y se observa la propia cenestesia sin acompañamiento de imágenes visuales, todo lo que se mira es sensación interna. Estamos hablando de un caso particular que se da cuando el punto de observación se internaliza profundamente y las sensaciones cenestésicas se amplifican y se ubican en una espacialidad que tiene registros difusos, de difícil localización.
Si se consigue desde allí bloquear de algún modo, a partir de técnicas distintas bastante estudiadas desde antiguo, bloquear o detener la aparición de imágenes de representación visual, entonces nos encontramos en un espacio de percepción interno sin imágenes que coincide con un espacio de representación cenestésico, centrado en los registros del tacto interno y las imágenes cenestésicas correspondientes. Hay una acción de forma muy particular en éste caso.
Las sensaciones cenestésicas y táctiles que ocupan “todo” el espacio percepto representativo interno tienden a espacializarse en una forma esférica y el nivel de conciencia desde luego baja, en correspondencia con el incremento de los impulsos internos, que desde luego se van traduciendo, lo que hace muy difícil evitar la divagación.
El espacio de representación cenestésica sin imágenes visuales se da cuando se trata de internalizar el punto de observación hacia lo más profundo en la franja más interna de espacio de representación, mientras se suspenden las imágenes visuales, y queda “flotando” la mirada en un espacio de representación cenestésico sin imágenes, yuxtapuesto al espacio de percepción interno.
Es la espacialidad propicia para la entrada a lo profundo.
El espacio se registra como experiencia directa de las “sensaciones espacializadas” del tacto interno, la propia corporalidad está representada en el espacio y todo el espacio esta representado en los registros de la propia corporalidad, no es por tanto infinito, pero en cuanto a registro cenestésico de representación del espacio, lo es todo.
El espacio en sí en este caso, es algo que se experimenta corporalmente, no en términos de imágenes visuales sino en término de sensaciones corporales. Y las formas son cenestésicas, son formas espaciales hechas de tacto por así decir.
Nuevamente hablamos de la representación del espacio y no del espacio de representación, sólo que en este caso se trata de un espacio estructurado sensitivamente.
Este espacio sin imágenes se menciona en muchísimos textos religiosos o en estudios de psicología, y también en algunos pasos de las Disciplinas Energética y Morfológica. Es un espacio de meditación fuertemente ensimismada y como sabemos es muy importante en el tránsito a los espacios profundos.
Hay diferentes técnicas como ya sabemos para suspender todos los registros y entrar a los espacios profundos, pero antes nos encontramos con esta representación cenestésico-táctil del espacio, el conjunto de la cenestesia y el tacto interno espacializado, como antesala de entrada a lo profundo.
En cuanto a nuestro tema es un caso de especialización de la franja mas interna del espacio de representación interno donde la representación del espacio es cenestésica, es por así decir “sentida” y no visualizada.
Lo que muchísimas técnicas desde antiguo proponen es conseguir que este mar de sensaciones espacializadas donde la conciencia flota, se experimente como unidad interior. Esto significa que las distintas formas de las “sensaciones espacializadas” del propio cuerpo deberían integrarse dentro de una sola forma, al irse ajustando el umbral de tolerancia de los registros de cada una de las distintas formas, que al ir desapareciendo del campo atencional dejarán un registro uniforme de cenestesia espacializada.
Estamos hablando de un trabajo de interiorización donde la mirada se apoya en un punto de observación también internalizado y observa el mundo de la propia cenestesia pero desconectando el mecanismo de traducción a imágenes visuales, entonces observa la propia cenestesia en término de formas cenestésicas espacializadas que pueden integrarse en una forma global, unitiva, un registro global de unidad interna.
Es decir que la unidad se experimenta al integrarse toda la espacialidad cenestésica en una única forma que es abarcada por un solo acto atencional.
Se entiende, no es que ahora miro la sensación de la mano y ahora la de la cabeza y así siguiendo. Ahora miro lo único que hay para mirar que es el registro global de todo el cuerpo al mismo tiempo.
No hace falta desplazar la atención mediante diferentes actos. Y cuando la atención se desconecta, se entra en lo profundo.
La unidad interior es la puerta de entrada a lo profundo donde la búsqueda del sentido encuentra su experiencia capital.
Si se consigue entrar a lo profundo, los registros de iluminación del espacio y las descargas energéticas a los centros, que describen algunos experimentadores de estos fenómenos tienen gran importancia porque producen un cambio súbito y profundo en el sentido de la vida.
Entonces, detrás de estas experiencias mencionadas, nuevamente observamos búsqueda de unidad, abarcamiento de la totalidad y experimentación de sentido.

Fijamos también el interés sobre la representación cenestésica del espacio sin imágenes visuales como requisito formal de entrada a lo profundo y a las experiencias de Sentido interno.

Una clase magistral de Sicología Descriptiva hace 2.500 años

Hace 2.500 años, en una clase magistral de Sicología Descriptiva el Buda desarrolló en diálogo uno de los problemas más importantes referidos a la percepción, a la conciencia observadora de la percepción, basándose, como se suele hacer en Sicología Descriptiva, basándose en un método de registros. Este tipo de sicología es muy distinta a la sicología oficial, que trabaja más bien con explicaciones acerca de los fenómenos. Ustedes toman un tratado de sicología, y van a ver como dado un fenómeno, enseguidita organizan una cantidad de explicaciones sobre el fenómeno, pero, claro está, en cuanto al fenómeno mismo no dan su correcto registro. Así pues las corrientes psicológicas, a medida que se modifican con el paso del tiempo sus concepciones y sus datos, a medida que se amplían o se reducen sus conocimientos, van explicando los fenómenos síquicos de modo diferente. Así, si tomamos un tratado de hace 100 años de sicología, vamos a encontrar una cantidad de ingenuidades allí, que hoy no pueden admitirse. Este tipo de sicología sin centro de gravedad, sin permanencia, es así porque es epocal. Una explicación neurofisiológica, por ejemplo, de los fenómenos de conciencia, es interesante y es un avance. Al poco tiempo nos vamos a encontrar con otra más compleja. De todos modos el conocimiento avanza en cuanto a explicación; pero en cuanto a descripción del fenómeno en sí, tales explicaciones ni suman ni restan. Sin embargo una correcta explicación hecha hace 2.500 años, nos permite asistir a la aparición del fenómeno mental, exactamente igual que si hubiera sido dicha o hubiera sido dada ayer. U hoy mismo. Del mismo modo, una correcta explicación dada hoy, servirá sin duda para mucho tiempo más adelante, mientras no cambien las características esenciales de la conciencia humana. Este tipo de sicología descriptiva, no explicativa, salvo cuando es necesaria la explicación, este tipo de sicología descriptiva basada en registros, hace desaparecer las diferencias de tiempo y espacio. Es como si estas descripciones hicieran contemporáneos a todos los hombres, aunque estuvieran muy separados en el tiempo. Y por supuesto los hace también coterráneos aun cuando estén muy separados en las latitudes. En general, en las Escuelas de Sicología en sentido profundo, este es el método que se usa para la comprensión de los fenómenos mentales.
Yendo pues a nuestro tema, parece ser que el Buda estaba reunido con un conjunto de especialistas, y a modo de diálogo desarrolló lo que fue conocido posteriormente como el Acertijo de la Percepción. De pronto el Buda alzó su mano y preguntó a uno de sus discípulos más notables: -¿Qué ves Ananda?
Con su estilo sobrio, el Buda preguntaba, y respondía cada vez con precisión. Ananda era mucho más floral (risas) en sus desarrollos. Por consiguiente Ananda dijo: -Oh Noble Señor! Veo la mano del Iluminado que está delante mío y que se cierra.
-Muy bien Ananda (Risas) ¿Donde ves la mano, y desde dónde?
-Oh Maestro, (risas) veo la mano de mi noble Señor que se cierra y muestra el puño. La veo, desde luego, fuera de mí y desde mi.
-Muy bien Ananda, (Risas) ¿Con qué ves la mano?
-Por supuesto, Maestro, que veo la mano exactamente con mis ojos. (Risas)
-Dime, Ananda ¿la percepción está en tus ojos?
-Por cierto Venerable Maestro.
-Y dime, Ananda ¿qué sucede cuando cierras los párpados?
-Noble Maestro, cuando cierro los párpados desaparece la percepción.
-Eso, Ananda, es imposible (Risas) Acaso, Ananda, cuando se oscurece este cuarto y vas viendo cada vez menos ¿va desapareciendo la percepción?
-En efecto, Maestro.
-Y acaso, Ananda, cuando esta habitación queda a oscuras y sin embargo tu estás con los ojos abiertos y no ves nada ¿ha desaparecido la percepción?
-Oh, Noble Maestro, yo soy tu primo! (Risas) Recuerda que nos educamos juntos y que tú me querías mucho cuando pequeño, de manera que no me confundas! (Risas)
-Ananda: si se oscurece el cuarto no veo los objetos pero mis ojos siguen funcionando. Así, si hay luz detrás de mis párpados, veo pasar esa luz, y si hay total oscuridad queda esto a oscuras: de modo que no desaparece la percepción por el hecho de cerrar los párpados. Dime Ananda, si la percepción está en el ojo, y tu imaginas que ves mi mano ¿donde la ves?
-Será, Señor, que veo tu mano imaginándola también desde mi ojo.
-¿Qué quieres decir, Ananda? ¿Que la imaginación está en el ojo? Eso no es posible. Si la imaginación estuviera en el ojo, y tu imaginaras la mano adentro de tu cabeza, tendrías que dar vuelta a tu ojo hacia atrás para ver la mano que está adentro de tu cabeza. Tal cosa no es posible. De manera que tendrás que reconocer que la imaginación no está en el ojo. ¿Dónde está pues?
-Será, -dice Ananda- que tanto la visión como la imaginación no están en el ojo sino que están detrás del ojo. Y al estar detrás del ojo, cuando imagino puedo ver hacia atrás, y cuando veo, cuando percibo, puedo ver lo que hay adelante del ojo.
-En el 2º caso, Ananda, no verías los objetos sino que verías el ojo. (Risas)

Y así siguiendo con este tipo de diálogos y con El Acertijo de la Percepción, se van complicando los registros, se van presentando aparentemente soluciones, pero también se van dando cada vez más objeciones más fuertes hasta que finalmente Ananda, muy conmovido, le pide al Buda una adecuada explicación de como es esta historia de la visión, y de la imaginación, y de la conciencia en general. Y si bien el Buda es muy estricto en las descripciones, en sus explicaciones comienza a dar enormes rodeos y así se va cerrando ese capítulo contenido en el Surangama Sutra, uno de los tratados más interesantes de estos estudiosos. 

Tomado de:  transcripción de cintas magnetofónicas grabadas durante las conferencias que dictara Silo en Canarias (España), entre el 27 de Septiembre y el 4 de Octubre de 1978.

link al libro La experiencia mistica

La experiencia mistica (ir a)
Un conjunto de grandes autores estudia el fenómeno de los estados superiores de la conciencia y el denominador común de lo que se ha designado con ciertas expresiones: experiencia mística, conciencia cósmica, experiencia cumbre, inconsciente trascendental. Mientras una parte de los autores sitùan el fenomeno de los estados superiores de conciencia dentro de un contexto místico-religioso, otros optan por una descripcion en terminos psicológicos. La yuxtaposicion de estos diversos enfoques configura un dialogo enormemente uti (y de lectura apasionante) sobre del tema eterno de la experiencia trascendental.
 tomado de: Resumen de libros