Algunas propuestas para avanzar hacia una psicología y una psicoterapia de lo “profundo” - Victor Piccininni

 

II Foro de Psicología del Nuevo Humanismo

Propuestas para la liberación personal y social

Buenos Aires, 29 de Agosto de 2008

 

Universidad de Buenos Aires

Facultad de Ciencias Sociales

 

 

 

Presentación de La Comunidad (para el desarrollo humano)

 

Algunas propuestas para avanzar hacia una psicología

y una psicoterapia de lo “profundo”

 

Mi reconocimiento al Centro de Estudios Humanistas de Buenos Aires (CEHBA), por la iniciativa de organizar este II Foro de Psicología del Nuevo Humanismo.

Mi agradecimiento por darle a La Comunidad la oportunidad de presentar sus puntos de vista.

 

Entremos en tema.

El encuadre de este Foro nos invita a  enfocar a la Psicología desde un punto de vista muy preciso: su aporte a la liberación personal y social.  

Siendo esta la parte final del encuentro quisiéramos dejar planteadas una serie de propuestas que  tiendan un puente hacia el desafío que nos propone el encuadre mencionado. Lo haremos apoyándonos en tres ejes principales:

 

  1. Aclarar el problema que implica este objetivo.
  2. Hacer una breve referencia a los antecedentes y estudios que en las últimas décadas han abordado estos temas desde la Psicología, a fin  de comprender mejor cómo  hemos llegado al momento actual; y finalmente,
  3. Presentar algunas propuestas a los profesionales y estudiosos de las ciencias psicológicas que trabajan y contribuyen con su labor a la superación del sufrimiento humano.

El primer punto nos lleva necesariamente a hacer una muy breve descripción de la situación social mundial actual.

Los acontecimientos en todas las latitudes del mundo señalan un desborde de la violencia en todos los campos del hacer humano.

La falta de referencias claras genera desorientación en los individuos y en las poblaciones en general.

La situación de desorientación y contradicción interna que viven los individuos se experimenta como sufrimiento mental y este sufrimiento se traslada a otros y se realimenta en sí mismo generando una crisis general de “sentido en la vida”.

 

Esta situación de desestructuración acelerada de la sociedad y los individuos  es también reflejo de una desestructuración acelerada de la conciencia humana, generándose un espiral creciente de crisis personales y desbordes psico-sociales que no pueden ser previstos ni comprendidos.

Queremos remarcar la afirmación de que esta sensación  de  “desestructuración de la conciencia humana”, este proceso actual de pérdida de referencias y fuerte desorientación,  es parte de un proceso evolutivo, un proceso de “crisis de crecimiento”, donde la conciencia busca respuestas y referencias que no parece encontrar en el sistema de creencias actual.

Es el momento del “fracaso interno” que en algunos casos lleva a la desesperación y a la angustia, en otros a nuevos intentos pero manteniendo el mismo esquema de respuestas y por ende nuevamente al fracaso, y  en algunos otros comienza una reflexión profunda que los impulsa hacia nuevos horizontes.

Es la época del “alma desilusionada” que tan bien la describiera Ortega y Gasset.

O cómo señalara Jaspers  en una  de sus obras: “En las situaciones límites o bien hace su aparición la nada, o bien se hace sensible lo que realmente existe a pesar y por encima de todo evanescente ser mundanal”. [1]

Pero, ¿cómo salir de esta situación a la que parece estar encadenada la conciencia hoy?

 

Para esbozar una propuesta deberemos en primer lugar, intentar aclarar cuál es el origen de dicha situación de sufrimiento, y a partir de allí reflexionar sobre un posible camino a seguir.

Hablemos entonces de la raíz del sufrimiento humano y de los temas fundamentales de la existencia.

La raíz del sufrimiento humano reside en el temor. Temor a la enfermedad, temor a la pobreza, a la soledad y a la muerte.

Superar el sufrimiento, comprender el hecho de la muerte y alcanzar la trascendencia, son los temas que anidan en la profundidad del alma humana desde los tiempos más remotos.

Son los “temas fundamentales” de la existencia humana a los cuales está íntimamente ligado el “sentido de la vida”.

Podrá uno reconocerlos u ocultarlos. Podrá uno hacer mil cosas para “distraer” su conciencia de estos temas profundos, pero  ellos estarán siempre allí esperando, lanzando sus señales, pidiendo y reclamando nuestra atención.

El ser humano no podrá liberarse del sufrimiento interno profundo sino asume con prontitud y explora en sí mismo estos temas.

La superación del sufrimiento mental, la comprensión del hecho de la muerte y la posibilidad de alcanzar la trascendencia, son temas que deben ser tomados y tenidos muy en cuenta por los profesionales de la Psicología que asumen el desafío de profundizar su aporte a la liberación humana.

La problemática psicológica y existencial en la sociedad actual se multiplica.

Los porcentajes de la población mundial que sienten en sí mismo esta “desestructuración interna”, que no le permite vivir en las condiciones que quisiera, crece exponencialmente.

Los profesionales de la psicología  hacen su esfuerzo, pero sienten sus límites para contener esa avalancha de sufrimiento mental que pueblan sus consultas.

Los desbordes psicológicos individuales y sociales crecen en todas las latitudes.

Los mismos profesionales y estudiosos, se sienten a veces avasallados por una problemática existencial que no puede ser tratada ni respondida desde los parámetros y esquemas en que ellos fueron formados.

Como dice Salvatore Pulleda en su obra “Interpretaciones Históricas del Humanismo”:

“un psicoterapeuta que rehúse a priori a escuchar la voz que clama en demanda de sentido, ¿cómo podrá enfrentarse a la masiva avalancha de la neurosis de nuestros días?[2]

La farmacología se hace cada vez más compleja. Y así cómo en algunos casos ayudan al avance de tratamientos, en otros casos quedan poco claros los limites del avance científico y la inhumana especulación de intereses económicos que alimentan a los laboratorios productores de tales medicamentos.

En todo caso, lo que importa aquí aclarar, es que se intenta dar respuestas a la problemática del sufrimiento humano, con herramientas, que la experiencia social demuestra,  al menos, como insuficientes.

Dada la complejidad de la época, las explicaciones que parecían suficientes  hace unas décadas no alcanzan para dar respuesta a  las necesidades internas actuales.

Este último siglo se ha caracterizado por un avance espectacular en las ciencias aplicadas a la materia y al desarrollo tecnológico, pero ese avance no se ve reflejado en la misma magnitud en las ciencias que estudian lo interno e intangible del ser humano, tampoco en las ideas filosóficas y psicológicas y su aplicación más puntual en el campo de la psicoterapia.

No alcanza aquí la buena intención del profesional.

Entonces, ¿qué hacer?

Cómo dijimos anteriormente, es necesario dar un paso más.

Este paso, en primer lugar lo deberemos dar todos aquellos preocupados por la psicología y la existencia humana.

Luego sí, vendrá el momento, a partir de la propia experiencia, para intentar trasladar ese conocimiento a la práctica profesional, a la ayuda a sus pacientes, a su relación con el mundo y a los claustros académicos.

 Estamos hablando de incorporar los temas de lo que podríamos llamar una “psicología de lo profundo”, o usando otros términos, una “psicología de lo trascendental”, a las prácticas psicoterapéuticas y a la formación profesional en los claustros académicos.

Esto no podrá surgir solamente de discusiones teóricas sobre el comportamiento humano, sino que debería tener una condición previa necesaria: la propia experiencia del profesional en el contacto con esa “psicología profunda”, que luego trasladará a su acción profesional en el mundo y abrirá así un nuevo horizonte en su valioso aporte a la liberación del sufrimiento personal y social.

Sin experiencia y sin una correcta comprensión de esa experiencia, todo intento en este campo  caerá nuevamente en el terreno de la interpretación personal y la discusión teórica.

Esto que decimos no es algo nuevo. Tampoco decimos que no se haya avanzado, pero no ha sido suficiente para equilibrar la aceleración de la crisis general del  sistema.

Hablamos de un proceso que están transitando las ciencias psicológicas en su afán de acompañar el proceso humano. Y en ese proceso, queremos destacar lo que entendemos sería un próximo paso necesario y evolutivo.

La psicología occidental es una ciencia muy joven que se encuentra en fase de sus primeros descubrimientos.

Haciendo un poco de historia, hace aproximadamente unos cien años aparece esa decisiva obra de Sigmund Freud titulada “La interpretación de los sueños” que tuvo en esa primer época una resonancia muy débil pero que  estaba llamada luego a producir  un nuevo camino en  la psicología  y en su aplicación psicoterapéutica.

Comienza allí un camino de exploración en la psicología de lo profundo.

No entraremos aquí a estudiar y/o discutir los fundamentos de esos estudios y teorías, ya que no ese el interés de esta presentación. Sólo hemos  de resaltar el notable impacto que produjo esa obra en el campo de la investigación psicoterapéutica y en el avance hacia lo “profundo”.

Esto no se detiene allí, ya que las intenciones de acercar la investigación psicológica al campo de la profundidad de la conciencia, se ven peraltados y desarrollados aún más  con los estudios de Jung, allá por 1921, quién luego de su estrecha colaboración con Freud orienta sus investigaciones hacia lo que él mismo llamó “psicología analítica”, advirtiendo las parcialidades de los desarrollos de Freud y Adler,  y  profundizando  sus estudios de la complejidad del psiquismo humano. Sus más de doscientas obras, sus teorías de los arquetipos y tipos psicológicos es muy frondosa, y aunque difícil de caracterizar brevemente, señalan un avance notable en la profundización de la psicología y sus aplicaciones.

Contemporáneos a estos estudios son las notables y revolucionarias investigaciones de Husserl en el campo de la Filosofía. La fenomenología, caracterizada por los conceptos de “intencionalidad” y “sentido” de la conciencia humana, da impulso y sirve de base a nuevos desarrollos psicológicos.

Si hablamos del campo de una “psicología de lo profundo” no podemos dejar de destacar los aportes de Jasper y también de Binswagner.

De Ludwing Binswagner quisiera destacar el siguiente pensamiento que sintetiza su compromiso con una psicología de lo profundo:

“Hartos desdichados serían nuestros pacientes si, para sanar, estuvieran obligados a comprender a Heráclito o a Hegel; sin embargo, nadie sanará, ni será verdaderamente curado en lo mas profundo de su ser, si el médico no logra avivar en él esa llamita de espiritualidad cuya vigilancia debe relevar la presencia del soplo del espíritu”. [3]

Entre estos estudios y desarrollos orientados hacia un análisis de los registros profundos de la conciencia no podemos dejar de nombrar las vastas obras de Sastre, producidas entre 1938 y 1960.

Este proceso  no se detiene y es tal vez en 1945, con los desarrollos de Víctor Frankl  creador de la Logoterapia donde encuentran su dimensión más alta. En su obra Frankl destaca la dimensión espiritual del ser humano y  remarca que es la falta de “sentido” la principal raíz del sufrimiento humano. Esta “psicoterapia del sentido de la vida”  se fundamenta en una conciencia activa buscadora de sentido, superando de ese modo las visiones mecanicistas predominantes en la Psicología clásica que colocaban a la conciencia como pasiva.

Pero como dijimos al comienzo, es necesario dar un paso más.

Es necesario profundizar en uno mismo los temas del sentido de la vida, la muerte y la trascendencia. Es necesario comprender cómo la falta de respuestas a estos temas genera sufrimiento mental y orientan la existencia en direcciones muchas veces conflictivas para la propia conciencia, llevándola a situaciones de crisis existenciales y frustración creciente.

Es necesario el descubrimiento y reconocimiento de la existencia de los “espacios internos profundos” que, ubicados más allá de los espacios  habituales, no deben ser “interpretados” siguiendo esquemas psicológicos habituales, sino que deben ser “experimentados” sin los prejuicios propios ni ajenos. 

No comenzamos de cero. Este nuevo paso hacia una “psicología de la profundo” cuenta ya con notables aportes que pueden ser explorados y desarrollados.

Al proceso histórico ya mencionado sumamos hoy los aportes que se realizan desde el  Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista reflejados en muchas de sus obras, de las cuales por razones de tiempo queremos rescatar solamente tres escritos:

Contribuciones al Pensamiento, donde Silo aborda la teoría de la imagen y de su emplazamiento en el espacio de representación. [4]

Existe aquí un enorme aporte teórico-experiencial para comprender en profundidad la función de la imagen como transportadora de cargas psíquicas y como síntesis estructurada del funcionamiento de la conciencia y no como simple reflejo natural de percepciones y /o representaciones. Está también aquí desarrollada la teoría del “espacio de representación” como lugar interno donde se emplazan dichas representaciones.

Experiencias Guiadas[5].  Las “experiencias guiadas” constituyen una serie de prácticas psicológicas apoyadas en formas literarias. Estas prácticas están concebidas desde una mirada donde los contenidos y fenómenos de conciencia que generan sufrimiento mental pueden reorientar su carga psíquica y reordenarse armoniosamente al paisaje interno del practicante. También, varias de estas prácticas están orientadas a la reflexión profunda respecto a los temas del “sentido” de la vida, la muerte y la trascendencia, tema propios  de una “psicología profunda y trascendental”.

Apuntes de Psicología. Es en este último escrito donde Silo describe y aborda en forma directa los temas de una psicología de lo profundo. Describe las distintas conformaciones y estructuras de conciencia y expresa la posibilidad de explorar los espacios profundos de la conciencia. Es en esta obra donde se  detalla lo siguiente :

“Lo profundo (también llamado sí mismo en alguna corriente psicológica contemporánea) no es exactamente un contenido de conciencia. La conciencia puede llegar  a “lo profundo”  por un especial trabajo de internalización . En esta internalización irrumpe aquello que siempre está escondido, cubierto por el “ruido” de la conciencia. Es en lo “profundo”  donde se encuentran las experiencias de los espacios y de los tiempos sagrados. En otras palabras, en “lo profundo” se encuentra la raíz de toda mística y todo sentimiento religioso.” [6]

Pero, vuelvo a lo dicho en algunos párrafos anteriores, no bastará con el estudio y la lectura de estos trabajos para encausar el desafío que nos hemos propuesto. Será también necesaria la  reflexión personal y la exploración de los propios espacios profundos por parte de aquellos profesionales y estudiosos de la psicología a fin de que a partir de sus propias experiencias puedan luego recrearlas y traducirlas en su práctica profesional y en la formación académica.

Sintetizando:

  1. Vivimos en una época donde se caen las referencias de todo tipo y aumenta la desorientación y la violencia. Como correlato individual la conciencia humana se desestructura y no encuentra respuestas válidas a su “búsqueda de sentido”.
  2. Este “sentido” declamado está directa y profundamente ligado a los temas fundamentales de la existencia humana, que son: la superación del sufrimiento, el problema de la muerte y la posibilidad de trascendencia espiritual.
  3. Existe un proceso histórico, impulsado por numerosos profesionales y estudiosos de la filosofía y la psicología, que intenta explorar la profundidad de la conciencia humana en búsqueda de respuestas al sufrimiento mental. Este proceso, que tuvo un avance significativo entre 1900 y 1950, ha perdido fuerza en las últimas décadas.
  4. Existen numerosos aportes realizados desde el Nuevo Humanismo que pueden ser de ayuda a la hora de intentar profundizar estos temas. Se destacan para este fin, los libros: “Contribuciones al Pensamiento”, “Las Experiencias Guiadas” y “Apuntes de Psicología”.
  5. Es necesario que los profesionales de la Psicología profundicen y exploren estos temas en sí mismos a fin de poder luego trasladar dicha experiencia personal a la práctica terapéutica y académica.

La experiencia personal y el contacto con los propios espacios profundos, aunque a veces no puedan ser explicados en términos teóricos precisos, habilitarán en los profesionales y estudiosos de la Psicología una comprensión más profunda de la problemática existencial y de la falta de sentido que hoy  inunda el alma humana.

Nada más. Muchas gracias.

Victor Piccininni


[1] Karl Jaspers, La Filosofía desde el punto de vista de la existencia, Fondo de Cultura Económica, Pág. 20.

[2] Salvatore Pulleda, Un Humanista Contemporáneo, Virtual Ediciones, Pág. 112.

[3] L. Binswagner, El sueño y la existencia, D. de Brouwer, 1954, Pág. 184

[4] Silo, Obras Completas Vol. I, Plaza y Valdez, 2004, Pág. 217.

[5] Silo, Obras Completas Vol. I, Plaza y Valdez, 2004, Pág. 137.

[6] Silo, Apuntes de Psicología, Ulrica Ediciones, 2006, Pág. 305.