El desplazamiento del yo. La suspensión del yo
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El desplazamiento del yo. La suspensión del yo.
La sibila de Cumas, no queriendo ser tomada por la terrible inspiración se desespera y retorciéndose, grita: “¡Ya viene, ya viene el dios!”. Y al dios Apolo le cuesta poco bajar desde su bosquecillo sagrado hasta el antro profundo, en donde se apodera de la profetiza29. En este caso y en diferentes culturas, la entrada al trance ocurre por interiorización del yo y por una exaltación emotiva en la que está copresente la imagen de un dios, o de una fuerza, o de un espíritu, que toma y suplanta la personalidad humana. En los casos de trance, el sujeto se pone a disposición de esa inspiración que le permite captar realidades y ejercitar poderes desconocidos para él en la vida cotidiana30. Sin embargo, leemos a menudo que el sujeto hace resistencia y hasta lucha con un espíritu o un dios tratando de evitar el arrebato en unas convulsiones que hacen recordar a la epilepsia, pero eso es parte de un ritual que afirma el poder de la entidad que doblega la voluntad normal.
En Centroamérica, el culto del Vudú haitiano nos permite comprender técnicas de trance que se realizan con danzas apoyadas con pócimas producidas en base a un pez tóxico33. En Brasil, la Macumba34 nos muestra otras variantes místicas del trance logradas mediante danzas y apoyadas con una bebida alcohólica y tabaco.
No todos los casos de trance son tan vistosos como los citados. Algunas técnicas indias, las de los "yantras", permiten llegar al trance por interiorización de triángulos cada vez más pequeños en una figura geométrica compleja que ocasionalmente, termina en un punto central. También, en la técnica de los "mantrams", por repetición de un sonido profundo que el sujeto va profiriendo, se llega al ensimismamiento. En esas contemplaciones visuales o auditivas, muchos practicantes occidentales no tienen éxito porque no se preparan afectivamente limitándose a repetir figuras o sonidos sin interiorizarlos con la fuerza emotiva o devocional que se requiere para que la representación cenestésica acompañe al estrechamiento de la atención. Estos ejercicios se repiten tantas veces como sea necesario hasta que el practicante experimente la sustitución de su personalidad y la inspiración se haga plena.
El desplazamiento del yo y la sustitución por otras entidades pueden ser verificados en los cultos mencionados y hasta en las más recientes corrientes Espíritas. En estas, el "médium" en trance es tomado por una entidad espiritual que sustituye a su personalidad habitual.
No ocurre algo tan diferente con el trance hipnótico cuando el sujeto interioriza profundamente las sugestiones del operador, llevando la representación de la voz al "lugar" que normalmente ocupa el yo habitual. Desde luego, para ser "tomado" por el operador, el sujeto debe ponerse en un estado receptivo de "fe" y seguir sin dudar las instrucciones recibidas35 Este punto muestra una característica importante de la conciencia. Estamos diciendo que mientras se realiza una operación vigílica atenta, aparecen ensueños que a veces pasan inadvertidos o terminan por desviar la dirección de los actos mentales que se llevaban a cabo. El campo de copresencia actúa siempre aunque los objetos de conciencia presentes se muestren en el foco atencional. La gran cantidad de actos automáticos que se realizan en vigilia muestra esta aptitud de la conciencia para realizar diferentes trabajos simultáneos. Ciertamente, la disociación puede alcanzar cotas patológicas pero también se puede manifestar con fuerza en casi todos los fenómenos de inspiración. Por otra parte, el desplazamiento del yo puede no ser completo en el trance espírita o la hipnosis, como se comprueba en la llamada “escritura automática” que se efectúa sin tropiezos aunque la atención del sujeto esté puesta en el diálogo o en otras actividades. Con frecuencia, encontramos esta disociación en la “criptografía” en que la mano dibuja mientras el sujeto desarrolla una conversación telefónica muy concentrada.
Avanzando hacia el ensimismamiento, podemos llegar a un punto en que los automatismos queden superados y ya no se trate de desplazamientos ni sustituciones del yo. Tenemos a mano el ejemplo que nos da la práctica de la “oración del corazón” realizada por los monjes ortodoxos del monte Athos36. La recomendación de Evagrio Pontico37, resulta muy adecuada para eludir la representaciones (por lo menos las de los sentidos externos): “No imagines la divinidad en ti cuando oras, ni dejes que tu inteligencia acepte la impresión de una forma cualquiera; mantente inmaterial y tú comprenderás”. En grandes trazos, la oración funciona así: el practicante en retiro silencioso se concentra en su corazón y tomando una frase corta inhala suavemente llevando la frase con el aire hasta el corazón. Cuando ha terminado la inhalación, “presiona” para que llegue más adentro. Después va exhalando muy suavemente el aire viciado sin perder la atención en el corazón. Esta práctica era repetida por los monjes muchas veces al día hasta que aparecían algunos indicadores de progreso como la “iluminación” (del espacio de representación). Siendo precisos, hemos de admitir el pasaje por el estado de trance en algún momento de las repeticiones de las oraciones usadas. El pasaje por el trance no es muy diferente al que se produce en los trabajos con los yantras o mantrams, pero como en la práctica de la “oración del corazón”, no se tiene la intención de ser “tomado” por entidades que reemplacen la propia personalidad, el practicante termina superando el trance y “suspendiendo” la actividad del yo. En este sentido, en las prácticas del Yoga se puede pasar también por distintos tipos y niveles de trance, pero se debe tener en cuenta lo que nos dice Patanjali38 en el Sutra II del Libro I: “El yoga aspira a la liberación de las perturbaciones de la mente”, La dirección que lleva ese sistema de prácticas va hacia la superación del yo habitual, de los trances y de las disociaciones. En el ensimismamiento avanzado, fuera de todo trance y en plena vigilia se produce esa "suspensión del yo" de la que tenemos indicadores suficientes. Es evidente que ya desde el principio de su práctica, el sujeto se orienta hacia la desaparición de sus "ruidos" de conciencia amortiguando las percepciones externas, las representaciones, los recuerdos y las expectativas. Algunas prácticas del yoga permiten aquietar la mente y colocar al yo en estado de suspensión durante un breve lapso.
El acceso a los niveles profundos.
Sin duda que la sustitución del yo por una fuerza, un espíritu, un dios, o la personalidad de un hechicero o hipnotizador, ha sido algo corriente en la historia. También ha sido algo conocido aunque no tan corriente, el hecho de suspender el yo evitando toda sustitución, como hemos visto en algún tipo de yoga y en algunas prácticas místicas avanzadas. Ahora bien, si alguien pudiera suspender y luego hacer desaparecer a su yo, perdería todo control estructural de la temporalidad y espacialidad de sus procesos mentales. Se encontraría en una situación anterior a la del aprendizaje de sus primeros pasos infantiles. No podría comunicar entre sí, ni coordinar sus mecanismos de conciencia; no podría apelar a su memoria; no podría relacionarse con el mundo y no podría avanzar en su aprendizaje. No estaríamos en presencia simplemente de un yo disociado en algunos aspectos, como pudiera ocurrir en ciertas afecciones mentales, sino que nos encontraríamos con alguien en un estado parecido al de sueño vegetativo. Por consiguiente, no son posibles esas futilidades de “suprimir el yo”, o de “suprimir el ego” en la vida cotidiana. Sin embargo, es posible llegar a la situación mental de supresión del yo, no en la vida cotidiana pero si en determinadas condiciones que parten de la suspensión del yo.
La entrada a los estados profundos ocurre desde la suspensión del yo. Ya desde esa suspensión, se producen registros significativos de "conciencia lúcida" y comprensión de las propias limitaciones mentales, lo que constituye un gran avance. En ese tránsito se debe tener en cuenta algunas condiciones ineludibles: 1.- que el practicante tenga claro el Propósito de lo que desea lograr como objetivo final de su trabajo; 2.- que cuente con suficiente energía psicofísica para mantener su atención ensimismada y concentrada en la suspensión del yo y 3.- que pueda continuar sin solución de continuidad en la profundización del estado de suspensión hasta que desaparezcan las referencias espaciales y temporales.
Con respecto al Propósito, se debe considerar a éste como la dirección de todo el proceso pero sin que ocupe el foco atencional. Estamos diciendo que el Propósito debe ser "grabado" con suficiente carga afectiva, como para operar copresentemente mientras la atención está ocupada en la suspensión del yo y en los pasos posteriores. Esta preparación condiciona todo el trabajo posterior. En cuanto a la energía psicofísica necesaria para el mantenimiento de la atención en un interesante nivel de concentración, el principal impulso proviene del interés que forma parte del Propósito. Al comprobar la falta de potencia y permanencia, se debe revisar la preparación que se ha hecho del Propósito. Se requiere una conciencia despejada de fatiga y una mínima educación de la reducción del foco atencional sobre un solo objeto. Continuar en la profundización de la suspensión hasta lograr el registro de "vacío", significa que nada debe aparecer como representación, ni como registro de sensaciones internas. No puede, ni debe, haber registro de esa situación mental. Y el regreso a la situación mental de suspensión o a la vigilia habitual, se produce por los impulsos que delatan la posición y las incomodidades del cuerpo.
Nada se puede decir de ese “vacío”. El rescate de los significados inspiradores, de los sentidos profundos que están más allá de los mecanismos y las configuraciones de conciencia, se hace desde mi yo cuando éste retoma su trabajo vigílico normal. Estamos hablando de “traducciones” de impulsos profundos, que llegan a mi intracuerpo durante el sueño profundo, o de impulsos que llegan a mi conciencia en un tipo de percepción diferente a las conocidas en el momento de “regreso” a la vigilia normal. No podemos hablar de ese mundo porque no tenemos registro durante la eliminación del yo, solamente contamos con las “reminiscencias” de ese mundo, como nos comentara Platón en sus mitos.
de:
Conferencia dada por Silo en Parque La Reja, Buenos Aires, a mediados de mayo de 2006.
Tomar conciencia de si es la mejor inversión
Cuando
parta el “bicho”, el cuerpo y el doble se quedan aquí porque son de este mundo,
y el Otro parte al mundo que le corresponde. Si quieres liberarte tienes esa
opción. En definitiva hay cosas muy interesantes para estar enfrascados en un
mundo jodido y “¡¡¡hay unas maravillas tan cercanas!!!”, que te están llamando
a gritos y uno está enfrascado en otras cosas y eso es por la concepción que
tenemos de que lo humano es animal y al otro lo puede utilizar como un objeto.
¡¡¡Lo Humano es una cosa extraordinaria!!!
¿Qué es eso
de lo humano? ¡Es increíble! Pero nadie se queda fascinado al ver a un ser
humano, sobre todo cuando ese ser humano tiene “una chispa”. ¿Cómo es que se
produce ahí?, ¿cómo se le ocurre?, ¿qué pasa para que se sienta con esa
inspiración? Es cuestión de observarlo. Está todo tan aplanado que no tenemos
conciencia de nosotros mismos.
Si un
animal pudiese despertarse solo por un instante, y viese a un humano... se
fascinaría.
Darse
cuenta de que uno existe, de que está vivo
Ser
consciente de sí mismo es una cosa muy inspiradora... ¡Darte cuenta de que
existes!, poner atención..., dirigir la atención..., es un avance. Pero eso no
da rédito, no da dinero, ¿de qué sirve...? Se está en lo externo, se está
ensoñando. Ser consciente de uno mismo es una cosa inspiradora (es una puerta
que se abre), darme cuenta de que existo, ¡¡de mí mismo...!!
Invertir en
eso es lo que más reditúa. Es la mayor inversión en bolsa... caer en cuenta...
tomar conciencia de sí. Si le sumas a eso acciones que trascienden lo personal,
si, además, lo acompañas de trabajos energéticos... esa es una tecnología de
punta.
Para que te
pueda oír el otro hay que aprovechar recodos en el camino porque si no, no
puede escucharte, tiene que fracasar, pararse... ( “Bienaventurados los
fracasados...” )
Sobre el Yo, las sensaciones, el Campo energético y los espacios profundos
Los dobles energéticos requieren sensaciones de distinto potencial para lograr su desarrollo.
Las
sensaciones organizan a la conciencia; se necesita un sistema de referencias
para organizar la estructura del “yo”.
Las distintas sensaciones llegan por
vibraciones u ondas de diferentes frecuencias (ojos, oídos, la percepción entre
franjas, espectros de ondas de luz que percibe el ojo humano o de sonido que
percibe el oído humano); y
a partir de ellos vas tomando franjas, parcialidades de la realidad, no
toda la realidad (porque quedan fuera del espectro vibraciones que no se
perciben por arriba o por debajo de las frecuencias que los sentidos captan). Lo que hueles o degustas
lo percibes por corpúsculos que llegan a los sentidos olfativo y gustativo, son
moleculitas que se traducen en sensaciones.
Ondas y
corpúsculos llegan y son traducidas a sensaciones que te dan contacto con el
mundo externo y desde el mundo interno también captas sensaciones a través de
los sentidos internos. Son todas sensaciones. Son tan importantes las sensaciones que llegan del mundo
externo como las que llegan del mundo interno.
Esa
información que llega a los sentidos es energética. Los circuitos
nerviosos y químicos trabajan juntos. El sistema vibratorio es propio del
sistema energético, lo nervioso es un caso más del sistema energético.
Existen
fenómenos energéticos independizados de la fuente que los generó. Hay fenómenos
de este tipo en la Naturaleza: las centellas, los fuegos de San Telmo, y
también fenómenos de plasma o fenómenos electromagnéticos en laboratorio.
Si un
sujeto acumula actos unitivos, donde el fenómeno se auto alimenta, da una
vuelta sobre si mismo, mucha conciencia de sí, se creará un centro
interno.
El doble
necesita de sensaciones, sin sensaciones no podría funcionar la conciencia, no
podría estructurar, se jode todo. Sensaciones de los sentidos
externos y de los internos. No puedes “sacar tu yo” como dicen
algunos.Tampoco se trata de anular el yo, no podría uno moverse en este tiempo
y en este espacio. Sácale a la conciencia las sensaciones y vas a
ver el lío que se arma: 40 minutos en una cámara de silencio y empiezas a ver
angelitos... No puede funcionar la conciencia sin sensaciones.
La estructura
de la conciencia no tiene autonomía de las sensaciones internas y externas,
cuando se rompe ese equilibrio del “yo” se acabo todo. En la muerte
desaparece el “yo”, te quedas sin nada.
El “yo”
permite moverse en el mundo, pero si “volaras” (desconectaras) por un momento
el “yo”, al reconectar no sabrías que decir, de
lo que pasó solo tienes un vago recuerdo, unas reminiscencias. De
“aquello” no se sabe nada, solo traducciones. Cuando hables de “eso”
esas serán traducciones, no es ese mundo, porque “eso” se mueve en otros
tiempos y en otros espacios: son traducciones de esos tiempos y espacios
Sagrados.
Si por un instante uno suspendiera
el funcionamiento del yo y conectara con lo Profundo, podría experimentar una
cantidad de cosas que pasan en ese instante, sin tiempo y sin espacio.
Que después para contarlas en este tiempo y espacio tendría que traducirlas de
algún modo, porque si no las traduce, no hay modo de describirlas; sólo
traduciendo, de acuerdo al paisaje epocal y al de cada uno. Y puede hacerlo por
lo que recuerda, por la reminiscencia de aquello que ha experimentado. Y a lo
mejor cuenta una de cosas que le han pasado.... en el tiempo de un pestañear de
ojos...
Con las
traducciones de esas reminiscencias, de esos contactos con lo Profundo, es que
se arman las religiones externas. Sin duda han tenido esos
contactos, imagínense un Mahoma o un Buda, la de cosas que traducen después
para contar esa experiencia.
De lo
Profundo se pueden hacer diferentes relatos, dioses y cosas, pero lo que existe
son significados profundos que pueden darle sentido a todo. A nosotros nos
interesa la experiencia misma, los procedimientos para llegar allí “donde moran
los dioses”. Los significados de las cosas, en la vida cotidiana, son como
significados caídos de aquellos más profundos…
…El espacio
interno es inconmensurable, corresponde a lo Profundo del ojo para
adentro. Se tiene el “vahído” de lo Profundo.
Lo
Sagrado es nuestro tema, pero no se puede hablar de lo Sagrado, las religiones
se han especializado en traducir a lenguaje cotidiano lo Sagrado.
A nosotros
nos interesan sobre todo los procedimientos para llegar a eso, los
procedimientos para llegar a la morada de los dioses.
Si Ud. hace
esos procedimientos, Ud. va a entrar en ese mundo.
El material
de la R.I. va tomando fuerza. Pero ahora, ¿donde tiene la gente la
cabeza en el momento actual? Tienen un ruiderío importante. Veremos que pasa a
futuro en la cabeza humana.
Tomado de: 2ª reunión de Silo con Mensajeros Buenos Aires, abril 20 de 2003. En: Andrés K.: Comentarios de Silo sobre alma-doble, centro de
gravedad y espíritu, versión
septiembre 2012)
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