Algunas propuestas para avanzar hacia una psicología y una psicoterapia de lo “profundo” - Victor Piccininni

 

II Foro de Psicología del Nuevo Humanismo

Propuestas para la liberación personal y social

Buenos Aires, 29 de Agosto de 2008

 

Universidad de Buenos Aires

Facultad de Ciencias Sociales

 

 

 

Presentación de La Comunidad (para el desarrollo humano)

 

Algunas propuestas para avanzar hacia una psicología

y una psicoterapia de lo “profundo”

 

Mi reconocimiento al Centro de Estudios Humanistas de Buenos Aires (CEHBA), por la iniciativa de organizar este II Foro de Psicología del Nuevo Humanismo.

Mi agradecimiento por darle a La Comunidad la oportunidad de presentar sus puntos de vista.

 

Entremos en tema.

El encuadre de este Foro nos invita a  enfocar a la Psicología desde un punto de vista muy preciso: su aporte a la liberación personal y social.  

Siendo esta la parte final del encuentro quisiéramos dejar planteadas una serie de propuestas que  tiendan un puente hacia el desafío que nos propone el encuadre mencionado. Lo haremos apoyándonos en tres ejes principales:

 

  1. Aclarar el problema que implica este objetivo.
  2. Hacer una breve referencia a los antecedentes y estudios que en las últimas décadas han abordado estos temas desde la Psicología, a fin  de comprender mejor cómo  hemos llegado al momento actual; y finalmente,
  3. Presentar algunas propuestas a los profesionales y estudiosos de las ciencias psicológicas que trabajan y contribuyen con su labor a la superación del sufrimiento humano.

El primer punto nos lleva necesariamente a hacer una muy breve descripción de la situación social mundial actual.

Los acontecimientos en todas las latitudes del mundo señalan un desborde de la violencia en todos los campos del hacer humano.

La falta de referencias claras genera desorientación en los individuos y en las poblaciones en general.

La situación de desorientación y contradicción interna que viven los individuos se experimenta como sufrimiento mental y este sufrimiento se traslada a otros y se realimenta en sí mismo generando una crisis general de “sentido en la vida”.

 

Esta situación de desestructuración acelerada de la sociedad y los individuos  es también reflejo de una desestructuración acelerada de la conciencia humana, generándose un espiral creciente de crisis personales y desbordes psico-sociales que no pueden ser previstos ni comprendidos.

Queremos remarcar la afirmación de que esta sensación  de  “desestructuración de la conciencia humana”, este proceso actual de pérdida de referencias y fuerte desorientación,  es parte de un proceso evolutivo, un proceso de “crisis de crecimiento”, donde la conciencia busca respuestas y referencias que no parece encontrar en el sistema de creencias actual.

Es el momento del “fracaso interno” que en algunos casos lleva a la desesperación y a la angustia, en otros a nuevos intentos pero manteniendo el mismo esquema de respuestas y por ende nuevamente al fracaso, y  en algunos otros comienza una reflexión profunda que los impulsa hacia nuevos horizontes.

Es la época del “alma desilusionada” que tan bien la describiera Ortega y Gasset.

O cómo señalara Jaspers  en una  de sus obras: “En las situaciones límites o bien hace su aparición la nada, o bien se hace sensible lo que realmente existe a pesar y por encima de todo evanescente ser mundanal”. [1]

Pero, ¿cómo salir de esta situación a la que parece estar encadenada la conciencia hoy?

 

Para esbozar una propuesta deberemos en primer lugar, intentar aclarar cuál es el origen de dicha situación de sufrimiento, y a partir de allí reflexionar sobre un posible camino a seguir.

Hablemos entonces de la raíz del sufrimiento humano y de los temas fundamentales de la existencia.

La raíz del sufrimiento humano reside en el temor. Temor a la enfermedad, temor a la pobreza, a la soledad y a la muerte.

Superar el sufrimiento, comprender el hecho de la muerte y alcanzar la trascendencia, son los temas que anidan en la profundidad del alma humana desde los tiempos más remotos.

Son los “temas fundamentales” de la existencia humana a los cuales está íntimamente ligado el “sentido de la vida”.

Podrá uno reconocerlos u ocultarlos. Podrá uno hacer mil cosas para “distraer” su conciencia de estos temas profundos, pero  ellos estarán siempre allí esperando, lanzando sus señales, pidiendo y reclamando nuestra atención.

El ser humano no podrá liberarse del sufrimiento interno profundo sino asume con prontitud y explora en sí mismo estos temas.

La superación del sufrimiento mental, la comprensión del hecho de la muerte y la posibilidad de alcanzar la trascendencia, son temas que deben ser tomados y tenidos muy en cuenta por los profesionales de la Psicología que asumen el desafío de profundizar su aporte a la liberación humana.

La problemática psicológica y existencial en la sociedad actual se multiplica.

Los porcentajes de la población mundial que sienten en sí mismo esta “desestructuración interna”, que no le permite vivir en las condiciones que quisiera, crece exponencialmente.

Los profesionales de la psicología  hacen su esfuerzo, pero sienten sus límites para contener esa avalancha de sufrimiento mental que pueblan sus consultas.

Los desbordes psicológicos individuales y sociales crecen en todas las latitudes.

Los mismos profesionales y estudiosos, se sienten a veces avasallados por una problemática existencial que no puede ser tratada ni respondida desde los parámetros y esquemas en que ellos fueron formados.

Como dice Salvatore Pulleda en su obra “Interpretaciones Históricas del Humanismo”:

“un psicoterapeuta que rehúse a priori a escuchar la voz que clama en demanda de sentido, ¿cómo podrá enfrentarse a la masiva avalancha de la neurosis de nuestros días?[2]

La farmacología se hace cada vez más compleja. Y así cómo en algunos casos ayudan al avance de tratamientos, en otros casos quedan poco claros los limites del avance científico y la inhumana especulación de intereses económicos que alimentan a los laboratorios productores de tales medicamentos.

En todo caso, lo que importa aquí aclarar, es que se intenta dar respuestas a la problemática del sufrimiento humano, con herramientas, que la experiencia social demuestra,  al menos, como insuficientes.

Dada la complejidad de la época, las explicaciones que parecían suficientes  hace unas décadas no alcanzan para dar respuesta a  las necesidades internas actuales.

Este último siglo se ha caracterizado por un avance espectacular en las ciencias aplicadas a la materia y al desarrollo tecnológico, pero ese avance no se ve reflejado en la misma magnitud en las ciencias que estudian lo interno e intangible del ser humano, tampoco en las ideas filosóficas y psicológicas y su aplicación más puntual en el campo de la psicoterapia.

No alcanza aquí la buena intención del profesional.

Entonces, ¿qué hacer?

Cómo dijimos anteriormente, es necesario dar un paso más.

Este paso, en primer lugar lo deberemos dar todos aquellos preocupados por la psicología y la existencia humana.

Luego sí, vendrá el momento, a partir de la propia experiencia, para intentar trasladar ese conocimiento a la práctica profesional, a la ayuda a sus pacientes, a su relación con el mundo y a los claustros académicos.

 Estamos hablando de incorporar los temas de lo que podríamos llamar una “psicología de lo profundo”, o usando otros términos, una “psicología de lo trascendental”, a las prácticas psicoterapéuticas y a la formación profesional en los claustros académicos.

Esto no podrá surgir solamente de discusiones teóricas sobre el comportamiento humano, sino que debería tener una condición previa necesaria: la propia experiencia del profesional en el contacto con esa “psicología profunda”, que luego trasladará a su acción profesional en el mundo y abrirá así un nuevo horizonte en su valioso aporte a la liberación del sufrimiento personal y social.

Sin experiencia y sin una correcta comprensión de esa experiencia, todo intento en este campo  caerá nuevamente en el terreno de la interpretación personal y la discusión teórica.

Esto que decimos no es algo nuevo. Tampoco decimos que no se haya avanzado, pero no ha sido suficiente para equilibrar la aceleración de la crisis general del  sistema.

Hablamos de un proceso que están transitando las ciencias psicológicas en su afán de acompañar el proceso humano. Y en ese proceso, queremos destacar lo que entendemos sería un próximo paso necesario y evolutivo.

La psicología occidental es una ciencia muy joven que se encuentra en fase de sus primeros descubrimientos.

Haciendo un poco de historia, hace aproximadamente unos cien años aparece esa decisiva obra de Sigmund Freud titulada “La interpretación de los sueños” que tuvo en esa primer época una resonancia muy débil pero que  estaba llamada luego a producir  un nuevo camino en  la psicología  y en su aplicación psicoterapéutica.

Comienza allí un camino de exploración en la psicología de lo profundo.

No entraremos aquí a estudiar y/o discutir los fundamentos de esos estudios y teorías, ya que no ese el interés de esta presentación. Sólo hemos  de resaltar el notable impacto que produjo esa obra en el campo de la investigación psicoterapéutica y en el avance hacia lo “profundo”.

Esto no se detiene allí, ya que las intenciones de acercar la investigación psicológica al campo de la profundidad de la conciencia, se ven peraltados y desarrollados aún más  con los estudios de Jung, allá por 1921, quién luego de su estrecha colaboración con Freud orienta sus investigaciones hacia lo que él mismo llamó “psicología analítica”, advirtiendo las parcialidades de los desarrollos de Freud y Adler,  y  profundizando  sus estudios de la complejidad del psiquismo humano. Sus más de doscientas obras, sus teorías de los arquetipos y tipos psicológicos es muy frondosa, y aunque difícil de caracterizar brevemente, señalan un avance notable en la profundización de la psicología y sus aplicaciones.

Contemporáneos a estos estudios son las notables y revolucionarias investigaciones de Husserl en el campo de la Filosofía. La fenomenología, caracterizada por los conceptos de “intencionalidad” y “sentido” de la conciencia humana, da impulso y sirve de base a nuevos desarrollos psicológicos.

Si hablamos del campo de una “psicología de lo profundo” no podemos dejar de destacar los aportes de Jasper y también de Binswagner.

De Ludwing Binswagner quisiera destacar el siguiente pensamiento que sintetiza su compromiso con una psicología de lo profundo:

“Hartos desdichados serían nuestros pacientes si, para sanar, estuvieran obligados a comprender a Heráclito o a Hegel; sin embargo, nadie sanará, ni será verdaderamente curado en lo mas profundo de su ser, si el médico no logra avivar en él esa llamita de espiritualidad cuya vigilancia debe relevar la presencia del soplo del espíritu”. [3]

Entre estos estudios y desarrollos orientados hacia un análisis de los registros profundos de la conciencia no podemos dejar de nombrar las vastas obras de Sastre, producidas entre 1938 y 1960.

Este proceso  no se detiene y es tal vez en 1945, con los desarrollos de Víctor Frankl  creador de la Logoterapia donde encuentran su dimensión más alta. En su obra Frankl destaca la dimensión espiritual del ser humano y  remarca que es la falta de “sentido” la principal raíz del sufrimiento humano. Esta “psicoterapia del sentido de la vida”  se fundamenta en una conciencia activa buscadora de sentido, superando de ese modo las visiones mecanicistas predominantes en la Psicología clásica que colocaban a la conciencia como pasiva.

Pero como dijimos al comienzo, es necesario dar un paso más.

Es necesario profundizar en uno mismo los temas del sentido de la vida, la muerte y la trascendencia. Es necesario comprender cómo la falta de respuestas a estos temas genera sufrimiento mental y orientan la existencia en direcciones muchas veces conflictivas para la propia conciencia, llevándola a situaciones de crisis existenciales y frustración creciente.

Es necesario el descubrimiento y reconocimiento de la existencia de los “espacios internos profundos” que, ubicados más allá de los espacios  habituales, no deben ser “interpretados” siguiendo esquemas psicológicos habituales, sino que deben ser “experimentados” sin los prejuicios propios ni ajenos. 

No comenzamos de cero. Este nuevo paso hacia una “psicología de la profundo” cuenta ya con notables aportes que pueden ser explorados y desarrollados.

Al proceso histórico ya mencionado sumamos hoy los aportes que se realizan desde el  Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista reflejados en muchas de sus obras, de las cuales por razones de tiempo queremos rescatar solamente tres escritos:

Contribuciones al Pensamiento, donde Silo aborda la teoría de la imagen y de su emplazamiento en el espacio de representación. [4]

Existe aquí un enorme aporte teórico-experiencial para comprender en profundidad la función de la imagen como transportadora de cargas psíquicas y como síntesis estructurada del funcionamiento de la conciencia y no como simple reflejo natural de percepciones y /o representaciones. Está también aquí desarrollada la teoría del “espacio de representación” como lugar interno donde se emplazan dichas representaciones.

Experiencias Guiadas[5].  Las “experiencias guiadas” constituyen una serie de prácticas psicológicas apoyadas en formas literarias. Estas prácticas están concebidas desde una mirada donde los contenidos y fenómenos de conciencia que generan sufrimiento mental pueden reorientar su carga psíquica y reordenarse armoniosamente al paisaje interno del practicante. También, varias de estas prácticas están orientadas a la reflexión profunda respecto a los temas del “sentido” de la vida, la muerte y la trascendencia, tema propios  de una “psicología profunda y trascendental”.

Apuntes de Psicología. Es en este último escrito donde Silo describe y aborda en forma directa los temas de una psicología de lo profundo. Describe las distintas conformaciones y estructuras de conciencia y expresa la posibilidad de explorar los espacios profundos de la conciencia. Es en esta obra donde se  detalla lo siguiente :

“Lo profundo (también llamado sí mismo en alguna corriente psicológica contemporánea) no es exactamente un contenido de conciencia. La conciencia puede llegar  a “lo profundo”  por un especial trabajo de internalización . En esta internalización irrumpe aquello que siempre está escondido, cubierto por el “ruido” de la conciencia. Es en lo “profundo”  donde se encuentran las experiencias de los espacios y de los tiempos sagrados. En otras palabras, en “lo profundo” se encuentra la raíz de toda mística y todo sentimiento religioso.” [6]

Pero, vuelvo a lo dicho en algunos párrafos anteriores, no bastará con el estudio y la lectura de estos trabajos para encausar el desafío que nos hemos propuesto. Será también necesaria la  reflexión personal y la exploración de los propios espacios profundos por parte de aquellos profesionales y estudiosos de la psicología a fin de que a partir de sus propias experiencias puedan luego recrearlas y traducirlas en su práctica profesional y en la formación académica.

Sintetizando:

  1. Vivimos en una época donde se caen las referencias de todo tipo y aumenta la desorientación y la violencia. Como correlato individual la conciencia humana se desestructura y no encuentra respuestas válidas a su “búsqueda de sentido”.
  2. Este “sentido” declamado está directa y profundamente ligado a los temas fundamentales de la existencia humana, que son: la superación del sufrimiento, el problema de la muerte y la posibilidad de trascendencia espiritual.
  3. Existe un proceso histórico, impulsado por numerosos profesionales y estudiosos de la filosofía y la psicología, que intenta explorar la profundidad de la conciencia humana en búsqueda de respuestas al sufrimiento mental. Este proceso, que tuvo un avance significativo entre 1900 y 1950, ha perdido fuerza en las últimas décadas.
  4. Existen numerosos aportes realizados desde el Nuevo Humanismo que pueden ser de ayuda a la hora de intentar profundizar estos temas. Se destacan para este fin, los libros: “Contribuciones al Pensamiento”, “Las Experiencias Guiadas” y “Apuntes de Psicología”.
  5. Es necesario que los profesionales de la Psicología profundicen y exploren estos temas en sí mismos a fin de poder luego trasladar dicha experiencia personal a la práctica terapéutica y académica.

La experiencia personal y el contacto con los propios espacios profundos, aunque a veces no puedan ser explicados en términos teóricos precisos, habilitarán en los profesionales y estudiosos de la Psicología una comprensión más profunda de la problemática existencial y de la falta de sentido que hoy  inunda el alma humana.

Nada más. Muchas gracias.

Victor Piccininni


[1] Karl Jaspers, La Filosofía desde el punto de vista de la existencia, Fondo de Cultura Económica, Pág. 20.

[2] Salvatore Pulleda, Un Humanista Contemporáneo, Virtual Ediciones, Pág. 112.

[3] L. Binswagner, El sueño y la existencia, D. de Brouwer, 1954, Pág. 184

[4] Silo, Obras Completas Vol. I, Plaza y Valdez, 2004, Pág. 217.

[5] Silo, Obras Completas Vol. I, Plaza y Valdez, 2004, Pág. 137.

[6] Silo, Apuntes de Psicología, Ulrica Ediciones, 2006, Pág. 305.

Los problemas personales son, en realidad problemas sociales. Silo 1986

Yo creo que podemos ayudar a la gente más, si la ponemos en contacto con un trabajo conjunto que si la ponemos simplemente en contacto con su propia problemática. Porque poner a la gente en contacto simplemente con su propia problemática, porque así es esta subcultura que se ha formado, lo lleva más en la dirección de lo terapéutico que en la dirección de la dinámica. Está asociado esto de que si yo voy a desenrollar un lío interno, estoy curándome de algo, de algo que me pasa a mí, y no que es producto y es reflejo de todo un sistema mentiroso y...
Esto es bueno saberlo, y es bueno que la gente sepa que tiene problemas personales y todo aquello, pero que no atribuya tanto sus problemas personales a su cosa particular, sino que sepa engancharlo con lo que va pasando en el medio en el cual le toca vivir. Así que esto de hacer tomar contacto a la gente con su propio problema, esto que la gente no quiere saber y que se escapa, eso es de interés siempre y cuando se lo ponga en contexto, que estos problemas existen en cada cual, así es, pero si profundizamos simplemente el problema de cada cual y ahí lo dejamos, todo trabajo en esa dirección va a sonar a terapia. Y no es la intención de que esos trabajos tengan que ver con esa terapia. La intención es destacar a la gente que esos problemas personales no son tan personales, sino que tienen que ver con la acción del medio en el cual se vive.

Está bien tener en cuenta los problemas biográficos, está bien tener en cuenta los problemas de situación que cada persona experimenta.. Pero eso, que cada uno lo va a interpretar como un problema personal, normalmente tiene que ver con una situación que de ninguna manera es individual. Que tiene que ver con el medio y con la situación que se está viviendo.

Hacer caer en cuenta de semejante cosa creo, es un gran avance. Y orientar la dirección de la gente en hacer caer en cuenta de que sus problemas personales no se resuelven simplemente en lo personal, como si fuera una cosa terapéutica, sino que se resuelven en la medida en que se entienden en un conjunto, en un Sistema en el que se vive, en un Sistema de relación y de situación. Será un gran avance si podemos poner semejante cosa en marcha, esa toma de conciencia, sus problemas personales que parecen tan personales, no son tan personales.

Así como su yo que es tan yo, suyo, y depende de cosas de afuera, así también sus problemas personales son menos personales de lo que usted cree

El duelo, de Dario Ergas


Tomado de: Smplemente compartiendo temas, de Susana Rubio Nomblot

La presencia
A estas alturas de mi vida ya puedo sacar una constante respecto a las presencias que se experimentan frente a la cercanía de la muerte. La presencia de la persona amada en los días, semanas y hasta meses, posteriores al día de la muerte es una experiencia difícil de relatar.
No estoy sólo, ella está por ahí, mas bien por aquí y me acompaña donde vaya. Poco a poco esa presencia se va diluyendo, pero sin darme cuenta, en cualquier momento, un olor, un gesto, un algo, hace que se entrecrucen los tiempos y estoy en presencia de la presencia. Algo así como un fantasma. Digo a esta altura de mi vida, porque lo he podido experimentar en distintos funerales. No sólo en el de mi pareja. Allí estaba la presencia de mi abuela, de la Nona, de la Ena, de la mamá del Oscar, de la Peli, del Salva, a veces puedo sentir la presencia del Mauricio cuando estoy cerca de Gloria, su mamá, del Iván, la María del Carmen en Ecuador... Las presencias, pueden ser ilusiones sicológicas, pero ilusión o no, en los momentos posteriores a la ocurrencia de la muerte, allí está esa presencia. Prefiero hablar de presencias y no de fantasmas. Un fantasma me da la idea que de algún modo el muerto interactúa en el mundo físico. Mis presencias para nada, sólo están presentes, el ambiente está lleno con ella, no están en un lugar físico, sino que me acompañan en todos los espacios en que me muevo. Son tan fuertes, que siento la cercanía de esa persona fallecida, con más intensidad que a los vivos, cuya presencia física está allí y me tropiezo con ellos y me conversan y me interrumpen.

El aparecimiento de los antiguos temores
Esa presencia no me molesta al contrario, quisiera que no se fuera jamás. Pero el tiempo pasa y algo me dice que debo dejarla partir. Algo me dice que no está bien que la retenga. Si me resisto y la retengo, algo empieza a afectarse en mis relaciones cotidianas, en mis afectos del día a día empiezan a perder interés o intensidad. Algo deja de funcionar, entonces me armo de ánimo para despedirme de mi persona amada.

Experimento entonces una fuerte contradicción, porque no quisiera que se vaya, pero pertenece a otro mundo; no puedo vivir en este mundo con eso tan presente, y mi ser querido tampoco podrá continuar su proceso conmigo reteniéndolo en el aquí, en el ahora.

“No quiero que te vayas, no quiero que te vayas. Tengo miedo. Quién me ayudará a decidir la ropa que debo ponerme, existirá alguna mujer con la que me atreva a hacer el amor, tan sólo proponérselo me da pánico. Podré cuidar a mi hijo, seguro que sí, pero podré hacer alguna otra cosa aparte de cuidar a mi hijo”.

Cuántos conflictos aparecen cuando se va la persona amada. Todos los conflictos que con mi madurez había superado, allí están de nuevo como si volviera a la adolescencia. Entonces me doy cuenta que no estaban superados, estaban ocultos o compensados gracias a esa persona que partió de este mundo. Esa dificultad para tomar decisiones en cuestiones cotidianas, las tomábamos juntos, pero al no estar ella, la indecisión vuelve como si tuviera 18 años. Entonces sufro, pero sobre todo sufro por los temores que resolvía, sin yo darme cuenta, la persona amada.

El resentimiento
Entonces me enojo, me enfurezco y me resiento. Cómo te vas y me dejas sólo. En el resentimiento descubro que mi enojo no se debe a tu partida, mi enojo se debe a mis problemas, que no se como enfrentar, a eso que no se resolvió internamente, sino que el otro lo resolvía y por ello yo creía que esa problemática había desaparecido.
Allí está develado mi resentimiento, que no es con su partida, sino con mis propios problemas, que ahora decido enfrentar. No importa si los resolveré algún día, pero lo intentaré y los pondré ante mis ojos para lograrlo. Entonces agradezco, por la ayuda que me dio la persona amada, y también por la ayuda que me sigue dando ya que al no estar ella, yo tendré que crecer.

Los pactos con el mas allá
Pero hay pactos que continúan. Pactos que la muerte no detiene y continúan. Pactos tomados en vida y que ahora tenemos con el mas allá. ¿Estaré educando bien a mi hijo, a nuestro hijo? ¿Te sentirás orgullosa de lo que hemos hecho? ¿He cuidado bien a los tuyos?
¿Te seré desleal si encuentro una nueva pareja?

La repetición
He aquí el duelo:
La presencia… y la vida continúa.
Mis problemas de juventud que vuelven a aparecer… y la vida continúa.
Mi enojo por tu partida… y la vida continúa.
Los pactos que trascienden la muerte… y la vida continúa.
La vida continúa y pasa y a veces el sinsentido me envuelve.
La vida continúa y pasa y a veces todo esto se repite como si un alimento mal comido regurgitara.

En esta repetición me detengo un momento a reflexionar. Qué es realmente la muerte, que sentido tiene la vida, si todo termina con la muerte. ¿Termina todo con la muerte?

Lo trascendente
De repetición en repetición un día nos reunimos un grupo de amigos a intercambiar nuestras experiencias con nuestros duelos. Fue en Sao Paulo, en un restauran japonés. Uno por uno mis amigos relataron sus encuentros con sus seres queridos fallecidos. Escucharon bien, “encuentros con sus seres queridos fallecidos”. Encuentros que habían sucedido en sueños, otros como mensajes o como comprensiones indubitables y otros encuentros bastantes perceptuales por los relatos que hacían. Yo los escuchaba y me desestabilizaba.

Entonces me acordé en una de esas repeticiones del duelo en que me encontré en un profundo sinsentido. Estaba muy mal, no sabía como salir del hoyo en que me encontraba.
Despierto en medio de la noche, me siento en la cama y escucho la voz del ser querido que dice “conecta con el sufrimiento humano”. Me pareció escuchar su voz, como viniendo de afuera. No me pareció una voz interna, si no mas bien externa. Pero por supuesto que era un sueño, sólo que mas intenso que lo habitual. Al otro día la frase resonó en mi y fui siguiendo esa pauta que me reconectó con mis emociones, con la gente y con el mundo hasta sacarme del sinsentido.

Lo había olvidado, lo dejé guardado en el archivo de lo habitual y ahora, a la luz del cotejo de otras experiencias lo rescaté del olvido.
Volví de Sao Paulo decidido a tener un encuentro intencional con mi ser querido muerto hace años. Comprendí que era necesario ese encuentro para mi duelo, para ponerle fin, o al menos para pasar a otra etapa.
Me fui a un lugar tranquilo, afuera llovía a cántaros, adentro, una silla, un cuaderno, un lápiz y la soledad. Pienso en que preguntas me gustaría hacerle a esta persona querida, si me encontrara verdaderamente con ella. Cierro los ojos, estoy muy tranquilo, y dejo que mi imaginación me lleve a ese lugar en donde la puedo encontrar. Allí un mirador que abarca el valle y la montaña. Me acerco, saludo, se que es mi imaginación pero me conmuevo. Las lágrimas de mis ojos, nublan mi razón y ya no estoy tan seguro si es mi imaginación.
Pregunto en voz alta mi primera pregunta y ella responde. Mi segunda pregunta y ella responde, sigo haciendo preguntas en voz alta y escuchando respuestas en silencio. A veces escucho mi llanto, a veces de dolor, a veces de emoción. Ya agotado con el alma liberada, me despido.

Tomo mi cuaderno y anoto toda la experiencia.

Fue o no fue mi imaginación o capté algo trascendente que respondía mis respuestas. En todo caso, esta experiencia me hizo perder un poco la fe en la muerte y fue el inicio de una búsqueda de lo trascendente.

Dario Ergas
www.darioergas.org

Entrevista a Dario Ergas: "La acción transforma la conciencia"

El laberinto de la mente.

- ¿Tiene este libro, el tercero que escribes, alguna relación con los dos anteriores? ¿Hay acaso un hilo conductor que vas desarrollando para salir del laberinto de la mente?

– Esta pregunta ha sido un hilo conductor de mi vida. Podría seguir escribiendo un cuarto y quinto libro, sin poder completarla. Es como si lo respondiera para ciertas etapas, para ciertas situaciones y para ciertos ángulos. Busco transmitir lo que he aprendido con la pregunta, no necesariamente la respuesta. Solo hacerse la pregunta desestabiliza, y enfrentarla requiere cierta valentía, que nos enseña cosas, y esas cosas trato de comunicar. Imagino a mi lector, que es mi interlocutor, rescatar de allí algo que le permita avanzar más lejos que lo que yo he llegado. Tiene ese sentido de comunicación, de diálogo y de que ojalá le sirva a alguien para salir de algún empantanamiento y llegar más lejos aún.

- ¿En qué tipo de categoría pondrías tus libros?
– De diálogo espiritual, conmigo mismo y con una co-presencia que es el lector. Al profundizar en mí, trato que el lector pueda tocar ciertas zonas de sí mismo. Es un diálogo extraño pero es un diálogo, al fin.
Mis libros estarían clasificados en espiritualidad, incluso psicología y espiritualidad, porque tienen tesis filosóficas y psicológicas que están sustentando la experiencia espiritual de la que hablo. Me apoyo mucho en la psicología de Silo, y esa psicología tiene un sustento muy concreto; en lo que se refiere a psicología de los impulsos, de la imagen, del espacio de representación y las estructuras de consciencia dadas por los desplazamientos del yo; precisamente es la estructura de la consciencia inspirada lo que permite la comprensión de las realidades más profundas y vitales. En el libro se incursiona con mayor profundidad en el tema de la acción; en definitiva qué hacer con la vida y cómo se justifica.
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La psiquiatría en Francia: negación de la locura y domesticación del sujeto - extracto

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Por Patrick Coupechoux - Publicado en Agosto 2010
...Para retomar nuestra idea del comienzo, el discurso del Presidente de la república consagrado a la enfermedad mental constituye una aceleración violenta, pero lógica, de una política de desmantelamiento progresivo de la psiquiatría de sector, que ha conducido al abandono de cada vez más pacientes, en la cárcel, en la calle, en los hospitales, donde el tratamiento se resume a menudo a la medicación, en el seno de la propia familia que ya no sabe que hacer. Pero más profundamente, se asistió a una verdadera negación de la locura, que no existe más en el discurso público -mediático, político, intelectual-. En el fondo, esa negación se nutre de la dominacióndesmesurada de la psiquiatría biológica que considera la locura como una enfermedad del cerebro o como un problema de origen genético. Esta concepción cientificista conviene a los laboratorios farmacéuticos -ya que los medicamentos constituyen, por lejos, lo esencial del “tratamiento”- y a los mercaderes de las terapias “rápidas y eficaces”. Pero por sobre todo, se trata de “objetivar” al paciente que no es más un sujeto, sino un cerebro a escanear, o un mapa genético que hay que descifrar. Esto permite volver a poner la solución en brazos de la “ciencia” y desentenderse del tratamiento concreto: ¿por qué gastar dinero en gente cuyos problemas, un día u otro será resueltos por la investigación? Quedarán pendientes, que la acción social se ocupe.
Actualmente en Francia, la locura no es una posibilidad, una manera de ser de lo humano, sino una discapacidad, un déficit, que se puede medir en relación a una normalidad social, la del mercado. De hecho, se va a constituir una escala en la que se podrá evaluar la capacidad del discapacitado a reinsertarse -es decir ser útil al sistema-. Para ser más claros, basta con referirse a la definición de discapacidad para la OMS, que distingue tres modalidades: la deficiencia designa las alteraciones referidas al organismo, la incapacidad corresponde a la reducción de ciertas grandes funciones del cuerpo y la desventaja registra el impacto global de las incapacidades sobre la vida social de los individuos. Una definición que toma como referencia única la necesidad de reinserción y que, sobre todo, clasifica a las personas en función de este objetivo. Así, a lo alto de la escala podemos encontrar aquellos que tienen el coraje y la posibilidad individual de salir, más abajo aquellos que no pueden hacerlo y quedan librados al abandono y la exclusión. En cuanto a la psiquiatría -muy ligada históricamente a la locura- debe ceder el lugar a un nuevo “paradigma”: la “salud mental”. Este concepto ha sido recuperado por el sistema -el del capitalismo neoliberal, hay que decirlo claramente- para hacer frente a una problemática nueva, tal es la del sufrimiento psíquico de masa. Para convencernos de esto, es suficiente pensar un poquito en lo que pasa hoy en las empresas en las que las exigencias de rentabilidad, de competencia, de sometimiento a las leyes de las finanzas dejan a hombres y mujeres aislados y obligados a competir. Estas personas terminan en los consultorios de los terapeutas en el mejor de los casos, o a veces se suicidan.Según la Comisión Internacional del Trabajo, los problemas ligados al malestar en el trabajo, representan, actualmente, el 3% del PBI de los países industrializados. Frente a este fenómeno preocupante -cuesta caro y a la larga se aprovecha la maquinaria- el sistema tiene una actitud ambigua. Debe por supuesto hacer frente, a fin que el comportamiento social no sea puesto en cuestión, pero al mismo tiempo esa situación le sirve al sistema: una persona medicada con antidepresivos ahogada en sus problemas, no se interroga espontáneamente sobre las causas de su malestar. Por el contrario, tiene tendencia a personalizarlos, a interiorizarlos. Los profesionales que reciben a los pacientes en consultas de sufrimiento del trabajo están todos de acuerdo sobre este punto: en principio se trata de desculpabilizarlos. Hacer frente y evitar la toma de conciencia, es el dilema en el cual el sistema se encuentra y su respuesta, por una parte espontánea, por otro lado muy pensada, consiste en la medicalización e individualización de los problemas sociales.
Por otro lado, si se sufre en el trabajo, es porque se está comprometido -eso está bien- entonces pondremos en escena psicólogos y médicos para ayudarlo, enseñaremos la diferencia entre el mal y buen estrés -ese que hay que “saber manejar” para servicio de la empresa-. Si usted es un desocupado de larga data, es probablemente porque forma parte de los “más frágiles” -poco importa si su empresa ha sido relocalizada y si no hay trabajo en su región-. Usted debería, tal vez, consultar. De ahí a decir que la pobreza es una enfermedad, en la tradición higienista, no hay más que un paso. De ahí a pensar que los genes son responsables de todo -y la visión cientificista dominante ayuda- no hay igualmente más que un paso que dio ligeramente el Presidente Nicolás Sarkozy. Durante un diálogo con un filósofo, publicado por una revista, declaró: “Me inclinaré a pensar, por mi parte, que se nace pedófilo, y es realmente un problema que no sepamos curar esa patología”.
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