...........Psicología del Nuevo Humanismo
Compilación de materiales
El sistema de representación en los estados alterados de conciencia
En los desplazamientos por el espacio de representación, llegamos a sus límites. A medida que las representaciones descienden, el espacio tiende a obscurecerse e, inversamente, hacia arriba va aumentando la claridad. Estas diferencias de luminosidad entre “profundidades” y “alturas”, seguramente tienen que ver con la información de memoria que desde la primera infancia va asociando la grabación de luminosidad a los espacios altos. También se puede comprobar la luminosidad mayor que tiene cualquier imagen visual emplazada a nivel de los ojos, mientras que su definición disminuye a medida que se la ubique fuera de ese nivel. Lógicamente, el campo de visión se abre con más facilidad al frente y hacia arriba de los ojos (hacia la cúspide de la cabeza) que al frente y hacia abajo (hacia el tronco, las piernas y los pies). No obstante lo dicho, algunos pintores de zonas frías y brumosas nos muestran en los planos bajos de sus lienzos una especial iluminación en las que a menudo están los campos nevados, así como una creciente obscuridad hacia los espacios altos que suelen aparecer cubiertos de nubes.
En las profundidades o en las alturas, aparecen objetos más o menos luminosos, pero al representar tales objetos no se modifica el tono general de luz que pueda existir en los distintos niveles del espacio de representación.
Por otra parte y solamente en determinadas condiciones de alteración de conciencia, se produce un curioso fenómeno que irrumpe iluminando todo el espacio de representación. Este fenómeno acompaña a las fuertes conmociones psíquicas que entregan un registro emotivo cenestésico muy profundo. Esta luz que ilumina todo el espacio de representación se hace presente de tal manera que aunque el sujeto suba o baje el espacio permanece iluminado, no dependiendo esto de un objeto particularmente luminoso, sino que todo el “ambiente” aparece ahora afectado. Es como si se pusiera la pantalla de tv a máximo brillo. En tal caso, no se trata de unos objetos más iluminados que otros sino del brillo general. En algunos procesos transferenciales, y luego de registrar este fenómeno, algunos sujetos salen a vigilia con una aparente modificación de la percepción del mundo externo. Así, los objetos resultan más brillantes, más netos y con más volumen, según las descripciones que se suelen hacer en estos casos. Al producirse este curioso fenómeno de iluminación del espacio, algo ha pasado con el sistema de estructuración de la conciencia que ahora interpreta de un modo diferente la percepción externa habitual. No es que se “hayan depurado las puertas de la percepción”, sino que se ha modificado la representación que acompaña a la percepción.
De un modo empírico y por medio de diversas prácticas místicas, los devotos de algunas religiones tratan de ponerse en contacto con un fenómeno trascendente a la percepción y que parece irrumpir en la conciencia como “luz”. Por diferentes procedimientos ascéticos o rituales, por medio del ayuno, de la oración, o de la repetición, se pretende lograr el contacto con una suerte de fuente de luz. En los procesos transferenciales y en los procesos autotransferenciales, sea por accidente en el primer caso, o de modo dirigido en el segundo, se tiene experiencia de estos curiosos acontecimientos psíquicos. Se sabe que estos se pueden producir cuando el sujeto ha recibido una fuerte conmoción psíquica, es decir que su estado es aproximadamente un estado alterado de conciencia. La literatura religiosa universal está plagada de numerosos relatos acerca de estos fenómenos. También es interesante advertir que esta luz en ocasiones se “comunica” y hasta “dialoga” con el sujeto, tal cual está ocurriendo en estos tiempos con las luces que se ven en los cielos y que llegando a los temerosos observadores les dan sus “mensajes de otros mundos”.
Hay otros muchos casos de variaciones de color, calidad e intensidad lumínica, como sucede con ciertos alucinógenos, pero esos casos no tienen que ver con lo comentado anteriormente.
Según se describe en muchos textos, algunas personas que aparentemente murieron y volvieron a la vida, tuvieron la experiencia de abandonar su cuerpo e ir orientándose hacia una luz cada vez más viva, sin poder relatar bien si es que ellos avanzaban hacia la luz o si ésta avanzaba hacia ellos. El hecho es que los protagonistas se van encontrando con semejante luz que tiene la propiedad de comunicarse y hasta de dar indicaciones. Pero para poder contar estas historias habrá que recibir un golpe eléctrico en el corazón, o algo por el estilo, y entonces nuestros héroes se sentirán retrocediendo y alejándose de la famosa luz con la que estaban por tomar un interesante contacto.
Hay numerosas explicaciones acerca de estos fenómenos, explicaciones por el lado de la anoxia, de la acumulación de dióxido de carbono, de la alteración de ciertas enzimas cerebrales. Pero a nosotros, como de costumbre, no nos interesan tanto las explicaciones, que hoy son unas y mañana otras, sino más bien nos interesa el sistema de registro, el emplazamiento afectivo que padece el sujeto y esa suerte de gran “sentido” que parece irrumpir sorpresivamente. Aquellos que creen haber vuelto de la muerte, experimentan un gran cambio por el hecho de haber registrado un “contacto” con un fenómeno extraordinario que de pronto emerge y del que no se alcanza a comprender si es un fenómeno de percepción o de representación, pero que parece de gran importancia ya que tiene aptitud para cambiar súbitamente el sentido de la vida humana.
Es sabido, por lo demás, que los estados alterados de conciencia pueden darse en distintos niveles y, por supuesto, en el nivel vigílico. Cuando uno se encoleriza, se produce en vigilia un estado alterado. Cuando uno de pronto siente euforia y una gran alegría, también está rozando un estado alterado de conciencia. Pero cuando se habla de “estado alterado”, se suele pensar en algo infravigílico. Sin embargo, los estados alterados son frecuentes, suceden en distinto grado y con distinta calidad. Los estados alterados siempre implican el bloqueo de la reversibilidad en alguno de sus aspectos. Hay estados alterados de conciencia aún en vigilia, como son los estados producidos por la sugestionabilidad. Todo el mundo está más o menos sugestionado por los objetos que muestra la publicidad o que magnifican los comentaristas mediáticos. Mucha gente en el mundo cree en las bondades de los artículos que repetidamente se van proponiendo en las diversas campañas. Estos artículos pueden ser objetos de consumo, valores, puntos de vista sobre diferentes tópicos, etcétera. La disminución de la reversibilidad en los estados alterados de conciencia, está presente en cada uno de nosotros y a cada momento. En casos más profundos de susceptibilidad, nos encontramos ya con el trance hipnótico. El trance hipnótico trabaja en el nivel de conciencia vigílica, aunque el creador de la palabra “hipnosis” haya pensado que era una suerte de sueño. El sujeto hipnotizado camina, va, viene, anda con los ojos abiertos, efectúa operaciones, y también durante el efecto post-hipnótico el sujeto sigue actuando en vigilia pero cumpliendo con el mandato que se le dió en el momento de la sesión hipnótica. Se trata de un fuerte estado alterado de conciencia.
Están los estados alterados patológicos en los que se disocian importantes funciones de la conciencia. También hay estados no patológicos en los que provisoriamente se pueden escindir, dividir las funciones. Por ejemplo, en ciertas sesiones espíritas alguien puede estar conversando y al mismo tiempo, su mano se pone a escribir automáticamente y comienza a pasar “mensajes” sin que el sujeto advierta lo que está ocurriendo.
Con los casos de división de las funciones y de escisiones de personalidad, se podría organizar un listado muy extenso de los estados alterados. Muchos estados alterados acompañan a fenómenos de defensa que se ponen en marcha cuando ocurren disparos adrenalínicos frente a un peligro y esto produce modificaciones serias en la economía normal de la conciencia. Y, desde luego, así como hay fenómenos muy útiles en la alteración de conciencia, hay también fenómenos muy negativos.
Por acción química (gases, drogas y alcohol), por acción mecánica (giros, respiraciones forzadas, opresión de arterias) y por acción de supresión sensorial, se pueden producir estados alterados de conciencia. También por procedimientos rituales y por una puesta en situación gracias a especiales condiciones musicales, bailes y operaciones devocionales.
Existen los llamados “estados crepusculares de conciencia”, en los que hay bloqueo de la reversibilidad general y un posterior registro de desintegración interna. Distinguimos también algunos estados que pueden ser ocasionales y que bien podrían ser llamados “estados superiores de conciencia”. Estos pueden ser clasificados como: “éxtasis”, “arrebato” y “reconocimiento”. Los estados de éxtasis, suelen estar acompañados por suaves concomitancias motrices y por una cierta agitación general. Los de arrebato, son más bien de fuertes e inefables registros emotivos. Los de reconocimiento, pueden ser caracterizados como fenómenos intelectuales, en el sentido que el sujeto cree, en un instante, “comprenderlo todo”; en un instante cree no tener diferencias entre lo que él es y lo que es el mundo, como si el yo hubiera desaparecido. ¿A quién no le pasó alguna vez que de pronto experimentó una alegría enorme sin motivo, una alegría súbita, creciente y extraña? ¿A quién no le ocurrió, sin causa evidente, una caída en cuenta de profundo sentido en la que se hizo evidente que “así son las cosas”?
También se puede penetrar en un curioso estado de conciencia alterada por “suspensión del yo”. Esto se presenta como una situación paradojal, porque para silenciar al yo es necesario vigilar su actividad de modo voluntario lo que requiere una importante acción de reversibilidad que robustece, nuevamente, aquello que se quiere anular. Así es que la suspensión se logra únicamente por caminos indirectos, desplazando progresivamente al yo de su ubicación central de objeto de meditación. Este yo, suma de sensación y de memoria comienza de pronto a silenciarse, a desestructurarse. Tal cosa es posible porque la memoria puede dejar de entregar datos, y los sentidos (por lo menos externos) pueden también dejar de entregar datos. La conciencia entonces, está en condiciones de encontrarse sin la presencia de ese yo, en una suerte de vacío. En tal situación, es experimentable una actividad mental muy diferente a la habitual. Así como la conciencia se nutre de los impulsos que llegan del intracuerpo, del exterior del cuerpo y de la memoria, también se nutre de impulsos de respuestas que da al mundo (externo e interno) y que realimentan nuevamente la entrada al circuito. Y, por esta vía secundaria, detectamos fenómenos que se producen cuando la conciencia es capaz de internalizarse hacia “lo profundo” del espacio de representación. “Lo profundo” (también llamado “sí mismo” en alguna corriente psicológica contemporánea), no es exactamente un contenido de conciencia. La conciencia puede llegar a “lo profundo” por un especial trabajo de internalización. En esta internalización irrumpe aquello que siempre está escondido, cubierto por el “ruido” de la conciencia. Es en “lo profundo” donde se encuentran las experiencias de los espacios y de los tiempos sagrados. En otras palabras, en “lo profundo” se encuentra la raíz de toda mística y de todo sentimiento religioso.
Silo: apuntes de psicología.
Algunas propuestas para avanzar hacia una psicología y una psicoterapia de lo “profundo” - Victor Piccininni
II Foro de Psicología del Nuevo Humanismo
Propuestas
para la liberación personal y social
Buenos
Aires, 29 de Agosto de 2008
Universidad
de Buenos Aires
Facultad de
Ciencias Sociales
Presentación de La Comunidad (para el desarrollo humano)
Algunas propuestas para avanzar hacia una psicología
y una psicoterapia de lo “profundo”
Mi reconocimiento al Centro de Estudios Humanistas de Buenos Aires (CEHBA),
por la iniciativa de organizar este II Foro de Psicología del Nuevo Humanismo.
Mi agradecimiento por darle a La Comunidad la oportunidad de presentar sus
puntos de vista.
Entremos
en tema.
El
encuadre de este Foro nos invita a
enfocar a la Psicología desde un punto de vista muy preciso: su
aporte a la liberación personal y social.
Siendo
esta la parte final del encuentro quisiéramos dejar planteadas una serie de
propuestas que tiendan un puente hacia el
desafío que nos propone el encuadre mencionado. Lo haremos apoyándonos en tres
ejes principales:
- Aclarar
el problema que implica este objetivo.
- Hacer
una breve referencia a los antecedentes y estudios que en las últimas
décadas han abordado estos temas desde la Psicología, a fin de comprender mejor cómo hemos llegado al momento actual; y
finalmente,
- Presentar algunas propuestas a los profesionales y estudiosos de las ciencias psicológicas que trabajan y contribuyen con su labor a la superación del sufrimiento humano.
El primer punto nos lleva necesariamente a hacer una muy breve descripción de la situación social mundial actual.
Los
acontecimientos en todas las latitudes del mundo señalan un desborde de la
violencia en todos los campos del hacer humano.
La
falta de referencias claras genera desorientación en los individuos y en las
poblaciones en general.
La
situación de desorientación y contradicción interna que viven los individuos se
experimenta como sufrimiento mental y este sufrimiento se traslada a otros y se
realimenta en sí mismo generando una crisis general de “sentido en la vida”.
Esta situación de desestructuración acelerada de la sociedad y los individuos es también reflejo de una desestructuración acelerada de la conciencia humana, generándose un espiral creciente de crisis personales y desbordes psico-sociales que no pueden ser previstos ni comprendidos.
Queremos remarcar la afirmación de que esta sensación de “desestructuración de la conciencia humana”, este proceso actual de pérdida de referencias y fuerte desorientación, es parte de un proceso evolutivo, un proceso de “crisis de crecimiento”, donde la conciencia busca respuestas y referencias que no parece encontrar en el sistema de creencias actual.
Es el momento del “fracaso interno” que en algunos casos lleva a la desesperación y a la angustia, en otros a nuevos intentos pero manteniendo el mismo esquema de respuestas y por ende nuevamente al fracaso, y en algunos otros comienza una reflexión profunda que los impulsa hacia nuevos horizontes.
Es la época del “alma desilusionada” que tan bien la describiera Ortega y Gasset.
O cómo señalara Jaspers en una de sus obras: “En las situaciones límites o bien hace su aparición la nada, o bien se hace sensible lo que realmente existe a pesar y por encima de todo evanescente ser mundanal”. [1]
Pero,
¿cómo salir de esta situación a la que parece estar encadenada la conciencia
hoy?
Para esbozar una propuesta deberemos en primer lugar, intentar aclarar cuál es el origen de dicha situación de sufrimiento, y a partir de allí reflexionar sobre un posible camino a seguir.
Hablemos entonces de la raíz del sufrimiento humano y de los temas fundamentales de la existencia.
La
raíz del sufrimiento humano reside en el temor. Temor a la enfermedad, temor a
la pobreza, a la soledad y a la muerte.
Superar
el sufrimiento, comprender el hecho de la muerte y alcanzar la trascendencia,
son los temas que anidan en la profundidad del alma humana desde los tiempos
más remotos.
Son los “temas fundamentales” de la existencia humana a los cuales está íntimamente ligado el “sentido de la vida”.
Podrá
uno reconocerlos u ocultarlos. Podrá uno hacer mil cosas para “distraer” su
conciencia de estos temas profundos, pero
ellos estarán siempre allí esperando, lanzando sus señales, pidiendo y
reclamando nuestra atención.
El ser humano no podrá liberarse del sufrimiento interno profundo sino asume con prontitud y explora en sí mismo estos temas.
La superación del sufrimiento mental, la comprensión del hecho de la muerte y la posibilidad de alcanzar la trascendencia, son temas que deben ser tomados y tenidos muy en cuenta por los profesionales de la Psicología que asumen el desafío de profundizar su aporte a la liberación humana.
La
problemática psicológica y existencial en la sociedad actual se multiplica.
Los porcentajes de la población mundial que sienten en sí mismo esta “desestructuración interna”, que no le permite vivir en las condiciones que quisiera, crece exponencialmente.
Los profesionales de la psicología hacen su esfuerzo, pero sienten sus límites para contener esa avalancha de sufrimiento mental que pueblan sus consultas.
Los desbordes psicológicos individuales y sociales crecen en todas las latitudes.
Los mismos profesionales y estudiosos, se sienten a veces avasallados por una problemática existencial que no puede ser tratada ni respondida desde los parámetros y esquemas en que ellos fueron formados.
Como
dice Salvatore Pulleda en su obra “Interpretaciones Históricas del Humanismo”:
“un psicoterapeuta que rehúse a priori a escuchar la voz que clama en demanda de sentido, ¿cómo podrá enfrentarse a la masiva avalancha de la neurosis de nuestros días?[2]
La farmacología se hace cada vez más compleja. Y así cómo en algunos casos ayudan al avance de tratamientos, en otros casos quedan poco claros los limites del avance científico y la inhumana especulación de intereses económicos que alimentan a los laboratorios productores de tales medicamentos.
En
todo caso, lo que importa aquí aclarar, es que se intenta dar respuestas a la
problemática del sufrimiento humano, con herramientas, que la experiencia
social demuestra, al menos, como insuficientes.
Dada la complejidad de la época, las explicaciones que parecían suficientes hace unas décadas no alcanzan para dar respuesta a las necesidades internas actuales.
Este último siglo se ha caracterizado por un avance espectacular en las ciencias aplicadas a la materia y al desarrollo tecnológico, pero ese avance no se ve reflejado en la misma magnitud en las ciencias que estudian lo interno e intangible del ser humano, tampoco en las ideas filosóficas y psicológicas y su aplicación más puntual en el campo de la psicoterapia.
No alcanza aquí la buena intención del profesional.
Entonces,
¿qué hacer?
Cómo dijimos anteriormente, es necesario dar un paso más.
Este
paso, en primer lugar lo deberemos dar todos aquellos preocupados por la
psicología y la existencia humana.
Luego sí, vendrá el momento, a partir de la propia experiencia, para intentar trasladar ese conocimiento a la práctica profesional, a la ayuda a sus pacientes, a su relación con el mundo y a los claustros académicos.
Estamos hablando de incorporar los temas de lo
que podríamos llamar una “psicología de
lo profundo”, o usando otros términos, una “psicología de lo trascendental”, a las prácticas psicoterapéuticas
y a la formación profesional en los claustros académicos.
Esto no podrá surgir solamente de discusiones teóricas sobre el comportamiento humano, sino que debería tener una condición previa necesaria: la propia experiencia del profesional en el contacto con esa “psicología profunda”, que luego trasladará a su acción profesional en el mundo y abrirá así un nuevo horizonte en su valioso aporte a la liberación del sufrimiento personal y social.
Sin experiencia y sin una correcta comprensión de esa experiencia, todo intento en este campo caerá nuevamente en el terreno de la interpretación personal y la discusión teórica.
Esto
que decimos no es algo nuevo. Tampoco decimos que no se haya avanzado, pero no
ha sido suficiente para equilibrar la aceleración de la crisis general del sistema.
Hablamos de un proceso que están transitando las ciencias psicológicas en su afán de acompañar el proceso humano. Y en ese proceso, queremos destacar lo que entendemos sería un próximo paso necesario y evolutivo.
La
psicología occidental es una ciencia muy joven que se encuentra en fase de sus
primeros descubrimientos.
Haciendo
un poco de historia, hace aproximadamente unos cien años aparece esa decisiva
obra de Sigmund Freud titulada “La
interpretación de los sueños” que tuvo en esa primer época una resonancia
muy débil pero que estaba llamada luego
a producir un nuevo camino en la psicología
y en su aplicación psicoterapéutica.
Comienza
allí un camino de exploración en la psicología de lo profundo.
No entraremos aquí a estudiar y/o discutir los fundamentos de esos estudios y teorías, ya que no ese el interés de esta presentación. Sólo hemos de resaltar el notable impacto que produjo esa obra en el campo de la investigación psicoterapéutica y en el avance hacia lo “profundo”.
Esto no se detiene allí, ya que las intenciones de acercar la investigación psicológica al campo de la profundidad de la conciencia, se ven peraltados y desarrollados aún más con los estudios de Jung, allá por 1921, quién luego de su estrecha colaboración con Freud orienta sus investigaciones hacia lo que él mismo llamó “psicología analítica”, advirtiendo las parcialidades de los desarrollos de Freud y Adler, y profundizando sus estudios de la complejidad del psiquismo humano. Sus más de doscientas obras, sus teorías de los arquetipos y tipos psicológicos es muy frondosa, y aunque difícil de caracterizar brevemente, señalan un avance notable en la profundización de la psicología y sus aplicaciones.
Contemporáneos a estos estudios son las notables y revolucionarias investigaciones de Husserl en el campo de la Filosofía. La fenomenología, caracterizada por los conceptos de “intencionalidad” y “sentido” de la conciencia humana, da impulso y sirve de base a nuevos desarrollos psicológicos.
Si hablamos del campo de una “psicología de lo profundo” no podemos dejar de destacar los aportes de Jasper y también de Binswagner.
De
Ludwing Binswagner quisiera destacar el siguiente pensamiento que sintetiza su
compromiso con una psicología de lo profundo:
“Hartos desdichados serían nuestros pacientes si, para sanar, estuvieran obligados a comprender a Heráclito o a Hegel; sin embargo, nadie sanará, ni será verdaderamente curado en lo mas profundo de su ser, si el médico no logra avivar en él esa llamita de espiritualidad cuya vigilancia debe relevar la presencia del soplo del espíritu”. [3]
Entre estos estudios y desarrollos orientados hacia un análisis de los registros profundos de la conciencia no podemos dejar de nombrar las vastas obras de Sastre, producidas entre 1938 y 1960.
Este proceso no se detiene y es tal vez en 1945, con los desarrollos de Víctor Frankl creador de la Logoterapia donde encuentran su dimensión más alta. En su obra Frankl destaca la dimensión espiritual del ser humano y remarca que es la falta de “sentido” la principal raíz del sufrimiento humano. Esta “psicoterapia del sentido de la vida” se fundamenta en una conciencia activa buscadora de sentido, superando de ese modo las visiones mecanicistas predominantes en la Psicología clásica que colocaban a la conciencia como pasiva.
Pero como dijimos al comienzo, es necesario dar un paso más.
Es necesario profundizar en uno mismo los temas del sentido de la vida, la muerte y la trascendencia. Es necesario comprender cómo la falta de respuestas a estos temas genera sufrimiento mental y orientan la existencia en direcciones muchas veces conflictivas para la propia conciencia, llevándola a situaciones de crisis existenciales y frustración creciente.
Es necesario el descubrimiento y reconocimiento de la existencia de los “espacios internos profundos” que, ubicados más allá de los espacios habituales, no deben ser “interpretados” siguiendo esquemas psicológicos habituales, sino que deben ser “experimentados” sin los prejuicios propios ni ajenos.
No comenzamos de cero. Este nuevo paso hacia una “psicología de la profundo” cuenta ya con notables aportes que pueden ser explorados y desarrollados.
Al proceso histórico ya mencionado sumamos hoy los aportes que se realizan desde el Nuevo Humanismo o Humanismo Universalista reflejados en muchas de sus obras, de las cuales por razones de tiempo queremos rescatar solamente tres escritos:
Contribuciones al Pensamiento,
donde Silo aborda la teoría de la imagen y de su emplazamiento en el espacio de
representación. [4]
Existe aquí un enorme aporte teórico-experiencial para comprender en profundidad la función de la imagen como transportadora de cargas psíquicas y como síntesis estructurada del funcionamiento de la conciencia y no como simple reflejo natural de percepciones y /o representaciones. Está también aquí desarrollada la teoría del “espacio de representación” como lugar interno donde se emplazan dichas representaciones.
Experiencias Guiadas[5]. Las “experiencias guiadas” constituyen una serie de prácticas psicológicas apoyadas en formas literarias. Estas prácticas están concebidas desde una mirada donde los contenidos y fenómenos de conciencia que generan sufrimiento mental pueden reorientar su carga psíquica y reordenarse armoniosamente al paisaje interno del practicante. También, varias de estas prácticas están orientadas a la reflexión profunda respecto a los temas del “sentido” de la vida, la muerte y la trascendencia, tema propios de una “psicología profunda y trascendental”.
Apuntes de Psicología. Es en este
último escrito donde Silo describe y aborda en forma directa los temas de una
psicología de lo profundo. Describe las distintas conformaciones y estructuras
de conciencia y expresa la posibilidad de explorar los espacios profundos de la
conciencia. Es en esta obra donde se
detalla lo siguiente :
“Lo profundo (también llamado sí mismo en alguna corriente psicológica contemporánea) no es exactamente un contenido de conciencia. La conciencia puede llegar a “lo profundo” por un especial trabajo de internalización . En esta internalización irrumpe aquello que siempre está escondido, cubierto por el “ruido” de la conciencia. Es en lo “profundo” donde se encuentran las experiencias de los espacios y de los tiempos sagrados. En otras palabras, en “lo profundo” se encuentra la raíz de toda mística y todo sentimiento religioso.” [6]
Pero, vuelvo a lo dicho en algunos párrafos anteriores, no bastará con el estudio y la lectura de estos trabajos para encausar el desafío que nos hemos propuesto. Será también necesaria la reflexión personal y la exploración de los propios espacios profundos por parte de aquellos profesionales y estudiosos de la psicología a fin de que a partir de sus propias experiencias puedan luego recrearlas y traducirlas en su práctica profesional y en la formación académica.
Sintetizando:
- Vivimos
en una época donde se caen las referencias de todo tipo y aumenta la
desorientación y la violencia. Como correlato individual la conciencia
humana se desestructura y no encuentra respuestas válidas a su “búsqueda de sentido”.
- Este “sentido” declamado está directa y
profundamente ligado a los temas fundamentales de la existencia humana,
que son: la superación del
sufrimiento, el problema de la muerte y la posibilidad de trascendencia
espiritual.
- Existe
un proceso histórico, impulsado por numerosos profesionales y estudiosos
de la filosofía y la psicología, que intenta explorar la profundidad de la
conciencia humana en búsqueda de respuestas al sufrimiento mental. Este
proceso, que tuvo un avance significativo entre 1900 y 1950, ha perdido
fuerza en las últimas décadas.
- Existen
numerosos aportes realizados desde el Nuevo Humanismo que pueden ser de
ayuda a la hora de intentar profundizar estos temas. Se destacan para este
fin, los libros: “Contribuciones al Pensamiento”, “Las Experiencias
Guiadas” y “Apuntes de Psicología”.
- Es necesario que los profesionales de la Psicología profundicen y exploren estos temas en sí mismos a fin de poder luego trasladar dicha experiencia personal a la práctica terapéutica y académica.
La experiencia personal y el contacto con los propios espacios profundos, aunque a veces no puedan ser explicados en términos teóricos precisos, habilitarán en los profesionales y estudiosos de la Psicología una comprensión más profunda de la problemática existencial y de la falta de sentido que hoy inunda el alma humana.
Nada más. Muchas gracias.
Victor Piccininni
[1] Karl Jaspers,
[2] Salvatore Pulleda, Un Humanista Contemporáneo, Virtual Ediciones, Pág. 112.
[3] L. Binswagner,
El sueño y la existencia, D. de Brouwer, 1954, Pág. 184
[4] Silo,
Obras Completas Vol. I, Plaza y Valdez, 2004, Pág. 217.
[5] Silo,
Obras Completas Vol. I, Plaza y Valdez, 2004, Pág. 137.
[6] Silo,
Apuntes de Psicología, Ulrica Ediciones, 2006, Pág. 305.